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viernes, 15 de abril de 2016

Elia Crotte / Obligar a los niños a leer es una suerte de vacuna contra la lectura

 
Elia Crotte, Princesa de Copilco, frente a Bellas Artes
Ciudad de México, 22 de noviembre de 2015
Fotografía de Triunfo Arciniegas
Elia Crotte
"Obligar a los niños a leer es una suerte de vacuna contra la lectura" 

La mediadora mexicana cree que los libros no deben tomar el tiempo de deportes como el fútbol. Hay que buscar un espacio adecuado para la lectura en niños. 

EL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA CELEBRA 25 AÑOS DE LA EDITORIAL LA ORILLA DEL VIENTO, EN QUITO 

Miguel Jiménez 
El Telégrafo 
Quito, 14 de abril de 2016

La promotora de lectura Elia Crotte, más conocida como "Princesa de Copilco", habla de un proyecto para la rentabilización del libro que podrían poner en marcha padres, editoriales y centros educativos. 

Redacción Cultura 

La endeble industria editorial del presente tendría una opción de supervivencia en una práctica que hunde sus raíces en el pasado. La impresión de libros de literatura infantil ha esquivado los vaticinios sobre la desaparición del papel gracias a un oficio cuyos orígenes pueden rastrearse en el Medioevo: los modernos narradores de cuentos le deben su existencia a los juglares. 

La mañana del lunes pasado, varios estudiantes de un par de colegios capitalinos presenciaron el relato oral de la mexicana Elia Crotte Franco, quien combina los oficios de narradora oral, actriz, cantante y maestra de teatro con la promoción de la lectura en castellano. 

Elia incluso compone tonadas que acompañan historias como las que fueron escuchadas por los niños de La Condamine, quienes asistieron al Fondo de Cultura Económica (FCE), institución que la trajo como tallerista mientras se realiza la campaña ‘El poder de la palabra’, en conmemoración del primer cuarto de siglo de la editorial para niños La Orilla del Viento. 

El ambiente de una librería -como la del FCE- sería el escenario natural de la lectura, pero ferias del libro y escuelas -como la Academia Cotopaxi, que Elia visitó- también son espacios en que se puede buscar el momento propicio para las letras, su escucha, atención y gozo. 

La gestora mexicana le explicó a este diario que su taller evita que los mediadores de lectura ejerzan una “fuerza moralizadora” contra los lectores. “Muchas veces se habla, desde la academia y la escolaridad, de crear un hábito de lectura. Esto es encajonar, seguir reglas estrictas para lograr un propósito exacto. Pero cuando nosotros empezamos a trabajar esta parte de la lectura que es más lúdica, a partir de un enamoramiento de los niños de la literatura, nos dimos cuenta de que así se obtienen mejores resultados, no solo en lo formativo, sino en lo creativo y expresivo”. 

Por “nosotros” Elia se refiere a los promotores de lectura del FCE, entre quienes está Gerardo Méndez, el maestro que la inspiró hace 25 años y que visitó la Feria Internacional del Libro de Quito, en 2014. 

Para Gerardo, las edades tempranas, en lugar de ser una barrera para la lectura, determinan que los niños “se conecten rápidamente con la literatura infantil (...) y en México están un poco más habituados a escuchar al narrador de los cuentos en las ferias (de diversiones o librescas)”. Elia, por su parte, confiesa que no es guitarrista pero que toca para acompañarse: esas “tonaditas y rimas surgen, mágicamente, mientras narro los cuentos”. 

En su método, la comprensión lectora incluye personajes y ambiente psicológico de las historias de forma lúdica porque “cuando algo se vuelve obligatorio (como en las pruebas y exámenes), se pierde el gusto”, dice Elia, para quien “las estadísticas (sobre libros leídos) pueden decir muchas cosas, pero vemos un crecimiento importante en el interés de los niños por la lectura, en las escuelas y librerías”. 

Té de locos
De izquierda a derecha: Elia Sánchez, Raúl Pérez Buendía, Nacho Casas, Gerardo Méndez y Elia Crotte
en plena lectura de Alicia en el país de las maravillas
Ciudad de México, 14 de noviembre de 2015
Fotografía de Triunfo Arciniegas

¿Atención infantil en la era digital? 

En diferentes contextos y etapas de la historia se ha repetido aquello de que ‘los niños ya no hacen lo que antes hacían’, que su capacidad de comprensión se ha empobrecido, pero “el poder de su imaginación sigue presente en su gusto por crear y jugar, sobre todo”, sostiene Elia, quien coincide con Gerardo en que “los niños siempre serán niños”, en que sus habilidades e intereses no serán reducidos por la tecnología, sino transformados. 

“La lectura es un elemento del aprendizaje que hay que saber ubicar, respetando espacios, porque no se va a querer que los niños lean cuando quieren ir a jugar fútbol o a los videojuegos. Hay que ver en sus ojos su interés y hacer cambios en la narración que les den opciones de que opinen y se involucren”. 

Dos décadas de cuentacuentos y un lustro previo de docencia -enseñaba lectura y escritura en escuelas- avalan el trabajo de Elia. Sobre la desaparición del papel, la mediadora cree que “al libro infantil le queda mucha vida. Quizá en los adultos haya que considerar otras cosas por la digitalización que han asumido pero los niños, al mantener el contacto físico con el libro, descubren y juegan porque es para ellos un objeto interesante. Cosas similares se han digitalizado pero el niño siempre regresa al libro”. 

El pasar de textos ilustrados a otros que contengan únicamente texto escrito es parte de un proceso que tiene que ver con lo formativo pero también con la promoción de la lectura. “Leer tantas palabras por minuto o a partir de un cuestionario son cosas de la prehistoria que volvieron a ponerse vigentes”, dice Elia, sin perder la esperanza en el papel: “Esos reportes obligatorios no eliminan la posibilidad de los maestros de crear un nuevo espacio, como amantes de los libros que deben ser, en que se compartan otro tipo de historias y que la literatura sea la reina. Se lee por gusto y solo por placer se cruza el puente hacia cumplir una tarea. La obligación como método es como una vacuna contra la lectura. Hay que equilibrar los dos caminos: la parte gozosa con la utilitaria para tener resultados”. 

La labor mediadora que han ejercido las editoriales tendría que reformarse para que los multimedia no terminen acaparando todo el tiempo de los infantes. Eso incluye despojarse de la idea simplista y elitista de que la capacidad lectora se ha empobrecido por la sobreinformación que caracteriza a internet y sus derivados virtuales.

EL TELÉGRAFO



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