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sábado, 12 de diciembre de 2015

La nueva biografía de Joan Didion

La nueva biografía de Joan Didion

BIOGRAFÍA

La escritora norteamericana es una de las pioneras del llamado Nuevo Periodismo, y su trabajo ha retratado, quizá mejor que cualquier otro, las profundidades del espíritu estadounidense. A sus 80 años, y alejada del mundo, Joan Didion es el motivo de una celebrada biografía publicada por Tracy Daugherty.

2015/11/20

POR HERNÁN D. CARO

BOGOTÁ


En 1973, tras pasar algunos días hirvientes en Cartagena, Joan Didion –durante décadas una de las voces más poderosas del periodismo literario y, a sus 80 años, una verdadera leyenda del mundo intelectual estadounidense– visitó Bogotá. Ella y su esposo habían sido invitados al Festival de Cine de Cartagena. Sin embargo, como cuenta Tracy Daugherty en su monumental biografía de Didion, The Last Love Song(La última canción de amor), que tras ser publicada hace unas semanas en Estados Unidos se convirtió de inmediato en un best-seller, en Cartagena Didion prácticamente no abandonó el hotel: sufría de fiebre y migrañas y “no podía soportar más los cegadores amaneceres costeros y los vientos polvorientos. Pensaba que se iba a morir”.




En Bogotá
En Bogotá, el texto breve que Didion escribió tras el viaje, no es precisamente uno de sus más relevantes. Sin embargo, el pequeño reportaje da fe de las peculiaridades de su obra periodística, así como de las sensaciones que suele provocar. Allí están el empleo de la historia personal y la mezcla de la descripción insólita con información (“Llegué a Bogotá un día de 1973 en que las calles parecían bañadas por neblina y una luz tenue y la voz amplificada de Nelson Ned, un enano brasileño cuyas canciones sonaban en todas las discotecas. Frente a la iglesia de San Francisco, donde los virreyes tomaban posesión de su cargo cuando el país era la Nueva Granada y Simón Bolívar asumió la presidencia de la fracasada Gran Colombia, niños y ancianas vendían cigarros cubanos”). Está el poder de observación implacable (“En el cuarto piso del nuevo Bogotá Hilton se puede almorzar en una galería llena de orquídeas, desde la cual se ve la piscina del hotel, así como una barraca de chozas de madera y lata, donde un niño con el cuerpo horriblemente lleno de cicatrices y su rostro oscurecido por una máscara de lana juega lánguidamente al yoyo”). Está el talento para construir ambientes refinados, mezclado con el análisis irónico (“Un colombiano me dijo una noche en un restaurante del Chicó...: ‘España envió a su aristocracia a Suramérica’. Yo ya había escuchado variaciones de esta alucinación... Cuando los colombianos hablaban del pasado, tenía a menudo la impresión de estar en un lugar donde la historia tendía a naufragar, incluso mientras ocurría, en la soledad de la autosugestión”). Y ante todo está la sensación que atraviesa toda la obra de Didion: nerviosismo y urgencia (“No tenía planeado dejar la costa, pero después de una semana allí empecé a pensar solo en Bogotá. En Bogotá haría frío. En Bogotá se podría conseguir The New York Times con solo dos días de retraso y elMiami Herald con uno y esmeraldas y agua en botella. En Bogotá había rosas frescas en los baños del Hotel Tequendama y agua caliente veinticuatro horas al día”).
Aquella urgencia, que En Bogotá es un tanto caprichosa (la revista The New Yorkerllamaba a la autora hace poco “neurasténica hipersensible”), adquiere en los textos centrales de Didion un carácter muy serio. Así, en 1978 Didion aclaraba: “Quiero que entiendan que tienen al frente una mujer que desde hace tiempo se siente radicalmente separada de la mayoría de las ideas que parecen interesarle al resto de la gente. Una mujer que en algún momento perdió toda fe en el contrato social, en la idea de que todo va a mejorar... En los años pasados me he sentido a menudo como una sonámbula... alerta solo a pesadillas, los niños quemándose en el coche en el parqueadero del supermercado..., el francotirador de la autopista que se siente muy mal por elegir a la familia de cinco, los estafadores, los locos...”. Y así, leyendo a Didion uno tiene la impresión permanente de que va a ocurrir una desgracia. O más bien: que ya ocurrió y es irreparable. Y uno comprende, además, que para Didion escribir no ha sido solo el intento de comprender la realidad, sino ante todo –como lo muestran dolorosamente sus dos últimos libros y la nueva biografía– una estrategia para sobrevivir. Pero mejor empecemos por el comienzo, antes del desastre.



Hollywood, guerras civiles y hippies
Joan Didion nació el 5 de diciembre de 1934 en California, en una familia conservadora y pudiente. Su padre pertenecía a la Fuerza Aérea y por ello entre 1942 y 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, Didion vivió con su familia en diferentes ciudades, una experiencia que, como escribiría luego, la hizo sentirse como una marginal toda su vida. En 1956 se graduó de la carrera de Literatura inglesa en Berkeley, y ese mismo año se trasladó a Nueva York tras ganar un concurso de ensayo de la revista de moda Vogue, donde trabajó dos años. Mientras trabajaba allí publicó su primera novela, Run, River (Corre, río, 1963), y tras dejar la revista empezó a escribir para publicaciones célebres como Life, EsquireThe New York Times The New Yorker.
En 1964, Didion se casó con John Dunne, también escritor y guionista, con quien escribió cinco películas, revisó decenas de guiones y concedió innumerables entrevistas. La pareja vivía junto con su hija Quintana (adoptada justo tras su nacimiento en 1966) entre Nueva York, Los Ángeles y Hawái. Durante años fueron acaso la pareja de autores más chic de Estados Unidos. Escribiendo sobre una tragedia familiar, años más tarde, Didion recordaría: “Como ambos éramos escritores y trabajábamos en casa, nuestros días estaban llenos de la voz del otro... Muchos suponían que debíamos de ser competitivos, que nuestra vida privada debía de ser un campo minado de envidias profesionales... Esto estaba tan lejos de la verdad que sugería ciertas lagunas en la comprensión de lo que es un matrimonio”. Y un amigo de la familia comentó: “Se pensaría que se necesitaban mutuamente para respirar”.
Desde mediados de los sesenta –en textos sobre la vida en Hollywood, crímenes en California, conflictos familiares, las falacias del feminismo, la campaña presidencial de Bill Clinton o violaciones en el Central Park de Nueva York– Didion estableció su método: explorar con ojo clínico cierta frialdad y talento analítico, fenómenos de la cultura pop y mediática a fin de penetrar las profundidades del espíritu estadounidense. La combinación de la investigación periodística con la narración en primera persona y un estilo impecable convirtieron a Didion en una de las pioneras del llamado Nuevo Periodismo, junto a autores como Truman Capote, Tom Wolfe o Gay Talese.
Los ensayos y reportajes de Didion están reunidos en los libros Slouching Towards Bethlehem (Caminando hacia Belén, 1968), The White Album (El álbum blanco, 1978),After Henry (Después de Henry, 1992) y Political Fictions (Ficciones políticas, 2001). EnSalvador (1983), Didion examinó la sangrienta guerra civil en aquel país; en Miami(1987), las implicaciones políticas del exilio cubano en Florida; y en Where I Was From(El lugar de donde yo venía, 2003), reflexionó despiadadamente sobre su vida en California. Didion ha escrito además cinco novelas, así como dos libros de memorias inmensamente tristes: The Year of Magical Thinking (El año del pensamiento mágico, 2005) y Blue Nights (Noches azules, 2011).
Uno de los textos más representativos del temperamento periodístico de Didion es el reportaje Caminando hacia Belén. Allí Didion describe su visita en 1967 al distrito de Haight-Ashbury en San Francisco, centro del movimiento hippie. En contraste con la imagen tradicional del movimiento, la que Didion ofrece es sombría y alarmante. El texto inicia así: “El centro ya no sostenía nada... Era claro que en algún punto nos habíamos abortado a nosotros mismos... Y ya que nada parecía ser más relevante, decidí ir a San Francisco, el lugar donde la hemorragia social estaba en evidencia”. En una de las escenas finales, una niña de cinco años –a quien su madre alimenta con lsd– explica que está en el “High Kindergarten”. El diagnóstico de Didion: “Lo que veíamos era el intento desesperado de un puñado de chicos patéticamente mal preparados de crear una comunidad dentro de un vacío social. Tras ver a estos chicos no podíamos seguir ignorando el vacío, pretender que la atomización de la sociedad podía ser invertida”. Muchos años después, los temores y el abatimiento que se perciben en gran parte de la obra de Didion se harían muy reales en la vida misma de la escritora.




Cronista de la catástrofe
“Hoy, mientras empiezo a escribir esto, es la tarde del 4 de octubre de 2004. Hace nueve meses y cinco días, aproximadamente a las nueve de la noche del 30 de diciembre de 2003, mi esposo, John Gregory Dunne, sufrió, frente a la mesa donde nos acabábamos de sentar para cenar en nuestro apartamento en Nueva York, un evento coronario masivo que causó su muerte. Nuestra hija única, Quintana, llevaba cinco noches inconsciente en una estación de cuidados intensivos... Este es mi intento por comprender el periodo que siguió”.
Esto lo leemos en las primeras páginas de El año del pensamiento mágico, donde Didion relata sobre la muerte de su esposo y el dolor de los meses siguientes. El libro es tanto una memoria conmovedora como una obra de arte del periodismo investigativo, donde el objeto investigado –como en muchos de los textos anteriores de Didion– son los sentimientos de la autora misma. El dolor, sin embargo, no terminó allí. En agosto de 2005, un año y medio tras la muerte de John, Quintana moriría en un hospital de Los Ángeles, a la edad de 39 años. Y una vez más Didion se volcaría a la escritura como forma de resistir. El libro Noches azules –que alguien llamó el “canto de cisne” de Didion, y al cual bien se podría aplicar el título de la nueva biografía: “La última canción de amor”– es una meditación bellísima y tristísima sobre la vida de Quintana, sobre la vejez de Didion, en fin, sobre la muerte. “Cuando empecé el libro –escribe Didion–, mi mente se volcaba más y más a la enfermedad, el final de la promesa y de los días... la muerte de la luz”. La mayoría de los libros de Didion no han sido traducidos al castellano. Que El año del pensamiento mágico y Noches azules sí lo hayan sido es, dejando cualquier ironía aparte, una fortuna.
Hay una paradoja en la obra periodística de Didion: casi en todas sus páginas, la autora habla acerca de sí misma, de su vida familiar, de sus viajes, sus reflexiones. Escribe cosas como: “Mi única ventaja como reportera es que soy físicamente tan pequeña, de temperamento tan discreto y tan neuróticamente inarticulada que la gente tiende a olvidar que mi presencia va en contra de sus intereses”. Los últimos dos libros analizan sus sentimientos con precisión. Y sin embargo, uno siente que, a fuerza de exponerse, Didion ha logrado seguir siendo un misterio. The Last Love Song, la biografía recién publicada, que relata en todo detalle la vida apasionante y valiente de Joan Didion, no pretende resolver aquel misterio. Pero sí logra una cosa: reiterar la invitación a visitar la obra admirable de una voz que tenemos que escuchar.

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