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viernes, 25 de noviembre de 2022

Mohamed Chukri / Pesadillas de Tánger


Los Bowles, Truman Capote y Sanz Soto, en Tánger. | Pepe Carletón
Los Bowles, Truman Capote y Sanz Soto, en Tánger. | Pepe Carletón
Mokamed Chukri
PESADILLAS DE TÁNGER
  • El libro es la crónica negra de la 'belle èpoque' marroquí.
  • Juan Goytisolo presenta la reedición de 'Paul Bowles, el recluso de Tánger'

  • BIOGRAFÍA DE PAUL BOWLES

  • Eva Díaz Pérez | Sevilla
    Actualizado miércoles 27/06/2012 10:05 horas
Mohamed Chukri conoció bien las entrañas sucias de Tánger. Las recorrió, se manchó con ellas, quedó enredado en sus laberintos traicioneros. Sin embargo, consiguió llegar como nadie hasta el alma de esta ciudad. Fue analfabeto hasta los 20 años, vivió la violencia en su familia, vagó entre delincuentes y miseria, pero la literatura logró salvarlo. Luego se convirtió en amigo de los escritores que crearon el sueño idealizado de Tánger: Paul Bowles, William Burroughs, Allen Ginsberg o Truman Capote. En cierto modo, su libro 'Paul Bowles, el recluso de Tánger' es un ajuste de cuentas -entre íntimo, fascinado y crítico- con ese Tánger mítico creado desde la mirada del extranjero. Él quiso aportar la mirada de quien se había criado en la realidad de sus charcos y sus casas heridas.
La editorial Cabaret Voltaire acaba de publicar este libro con el que se inicia el rescate en castellano de la obra de Mohamed Chukri (Beni Chiker en el Rif, 1935-Rabat, 2003). Y este sábado se presentará la obra en el mismo Tánger que aparece recreado en este libro de memorias. Será Juan Goytisolo el encargado de presentar la obra en la legendaria librería des Colonnes, en el 54 del Boulevar Pasteur, junto a la traductora Rajae Boumediane El Metni.
"Qué absurdo. Nada me parece más absurdo que esa nostalgia exagerada por el Tánger de antes y ese suspirar por su pasado como zona internacional". Así comienza Chukri una jugosa obra en la que el lector se convierte en espectador privilegiado de las vivencias tangerinas de Bowles y su esposa Jane -sin que falten episodios sobre esta extraña e inquietante relación-, de William Burroughs, Allen Ginsberg, Truman Capote y de Jack Kerouac.
Mohamed Chukri.
Mohamed Chukri.
Juan Goytisolo conoció a Chukri y juntos coincidían en el bar del Ritz, en El Dorado o en la terraza del café Roxy. "En los altillos se amadrigó durante largo tiempo antes de trasladarse a un pisito modesto en un edificio también cercano al Liceo Regnault", explica el escritor español afincado en Marruecos.
La biografía de Chukri tiene algo de salvaje y mucho de redención. Su literatura esta nutrida de realidad y nada procede de la impostura. El haber sobrevivido en condiciones de miseria en las calles de Tánger y después convertirse en un escritor respetado que compartía confidencias con autores reconocidos convierte su obra en un documento revelador, sincero y sorprendente.
Chukri nació en una familia pobre y sufrió la violencia cruel de su padre que incluso llegó a matar a uno de sus hermanos en un arrebato de ira. Conoció el mundo de la delincuencia, de la droga, de la prostitución. "En mi vida me he enfrentado a tres desafíos: aprender a leer y a escribir, salir de esa clase social denigrada y, por último, sublimar mi vida a través de la escritura", escribió.
En 'Paul Bowles, el recluso de Tánger', Chukri desvela escenas íntimas del entorno de Bowles. Estas memorias se continuaron con el volumen 'Jean Genet y Tennesee Williams en Tánger', que también publicará próximamente Cabaret Voltaire además de otras de sus obras como 'El pan desnudo'; 'Tiempo de errores'; 'Rostros, amores, maldiciones' y 'Cuentos'.
Consciente de que en la obra ahora rescatada exponía duros juicios contra el escritor norteamericano, Chukri aseguró que "con mi libro sobre Paul Bowles he matado a mi segundo padre".
Es evidente que en esta obra aparece el contraste de dos Tánger. "Bowles y Chukri -unidos por su pasión común por la literatura- encarnaban dos mundos opuestos: el del Tánger mitificado por sus visitantes y el del Tánger real. El del ensueño y la libertad, y el de las amargas cicatrices de la vida", apunta Goytisolo.
"El Tánger que Bowles y sus compatriotas evocaban era el del paraíso perdido, el del mito creado por ellos y para ellos, no para quienes, como Chukri, habían crecido y vivido en la miseria", explica.


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