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sábado, 31 de octubre de 2020

Paul Auster / Me sentí libre cuando supe que iba a fracasar

Paul Auster


Paul Auster

'Me sentí libre cuando supe que iba a fracasar' 

El estadounidense, autor de la 'Trilogía de Nueva York', habla de su mundo literario.

MARÍA PAULINA ORTIZ
22 de octubre de 2012 
Sus novelas lo han llevado a ser reconocido en el mundo. Obras como 'Trilogía de Nueva York', 'Leviatán' o 'El cuaderno rojo' lo han vuelto autor de culto para muchos. Sin embargo, Paul Auster, el autor neoyorkino por excelencia, empezó por la poesía.
A propósito de la edición de sus versos en español, conversamos con el de su obra y sus obsesiones. 
¿Qué sensación le produce leer sus primeras poesías?

Es una poesía temprana y así la veo: como un trabajo primero que sembró las bases de lo que siguió. El comienzo de algo, que definitivamente está conectado con lo que hago ahora. No he escrito poesía en mucho tiempo, pero no fue una decisión que tomé. Simplemente no pude hacerlo más. Tal vez agoté ese terreno y tenía que encontrar uno nuevo. Uno más grande. 
Pero al comienzo, a la par con los versos, escribió prosa que nunca publicó

Sí, empecé escribiendo poesía e historias y así seguí hasta los 23 años. Escribía ficción, pero sentía que no lograba lo que quería y me frustré. Me concentré en la poesía. 
¿Qué poetas fueron para usted fundamentales en esos años?

Muchos. Puedo citar a poetas ingleses como Shakespeare, John Donne, John Milton, William Blake, Wallace Stevens, T.S. Elliot, William Carlos Williams. También leía poesía francesa, española, italiana, alemana. Y no solo fueron importantes: todavía lo son. Nunca he dejado de leerlos.
Un poema suyo dice: 'La imagen del espejo es adecuada... y rompible. Haz añicos el espejo y reordena los fragmentos'. ¿Eso ha buscado luego en sus novelas?

No sé. Era una declaración general sobre lo que el arte puede hacer y las infinitas variedades que tiene de aproximación. En un sentido, sí, he adoptado una posición muy flexible en cuanto a lo que puede hacerse.

Creo que la frase más importante está en la entrada: "El mundo está en mi cabeza, mi cuerpo está en el mundo".  Eso ha sido parte de mi trabajo desde el comienzo.
En su obra hace constantes referencias al arte. ¿Cuál es la mejor relación que una persona puede tener con el arte?

La mayoría de la gente responde al arte, al menos a algunos de los artes. La música, las películas, la pintura, son artes muy viscerales, sensuales. Los poemas y las novelas no son tan accesibles.

Sin embargo, cuando adquieres educación para leer y entender lo que lees, las historias y los poemas te nutren y te ayudan a organizar tus pensamientos sobre el mundo.

Además, desde la cuna, al niño le gusta que le cuenten historias. Hay algo de ritmo en el lenguaje que es parte de lo que somos. El deseo de oír historias está en la esencia del ser humano. Es una relación profunda. 
En la edición de su poesía hay un texto -'Espacios blancos'- que se acerca a la prosa. ¿Fue ahí cuando dio ese paso?

Sí, veo a 'Espacios blancos' ('White Spaces') como un trabajo de transición. Sé que es muy corto, pero es el puente entre escribir poesía y escribir prosa. No es narrativa. No sé qué es. Es un texto que está estrechamente más conectado a impulsos poéticos que a narrativos. Creo que por esa razón lo incluí en el libro. 
En ese tránsito a la prosa, ha contado de la importancia que tuvo un espectáculo de danza. 

Fue en diciembre de 1978. Tenía 31 años. Era un momento muy duro en mi vida. No tenía un peso. Mi primer matrimonio había terminado. No había escrito nada. Una noche, un amigo pintor que tenía una novia coreógrafa me invitó a un ensayo de una nueva pieza suya, en Manhattan.

Encontré el baile muy hermoso. Me conmoví. Pero luego, cuando la coreógrafa comenzó a explicar su obra, sus palabras resultaron inútiles, inadecuadas. Fracasaron en capturar lo que yo acababa de ver. Sentí una liberación, como si dijera: las palabras no pueden hacerlo todo, las palabras fallan, no son capaces de expresar la riqueza de las experiencias.

Por lo tanto, si uno quiere ser escritor debe entender que cualquier esfuerzo que haga va a ser un fracaso de una u otra forma. Lo máximo que se puede hacer es intentarlo, dar el mejor esfuerzo, pero nunca vas a conseguir la perfección.

El hecho de saber que yo iba a fracasar fue, sorprendente y paradójicamente, muy liberador. Me sentí muy feliz y completamente libre. Después de eso tuve la energía para empezar a escribir de nuevo.
Usted ha dicho, también, que lo que hace es inútil. 

No es útil en sentido práctico. Un plomero es útil, desempeña un trabajo que se necesita, con resultados tangibles. El arte no es necesario en lo particular, pero sí en general. Necesitamos artistas. No tengo que ser yo, claro, puede ser otro. El arte tiene un sentido espiritual para las personas abiertas a experimentarlo.
Sus poemas son compactos y enigmáticos como sus personajes. ¿Es el mismo 'mundo austeriano'? 

Sí, es mi mundo. Pero el que establecí en mi poesía era conscientemente un mundo muy restringido. Quería escribir poesía esencial sobre cosas esenciales, usando lo menos que pudiera de afuera. Es poesía extraña, críptica, lo sé.

No hay televisión en mis poesías, no hay radio, no hay carros, no hay aviones, no hay calles de ciudades. Nada que se pueda identificar siquiera con parte del mundo contemporáneo. Lo hice a propósito. Al limitarme, fui capaz de ir más profundamente. Esa era, precisamente, mi ambición. 
Todo marcado por el azar...

Toda la narrativa tiene que ver con la causa y el efecto. A veces algo no tiene que pasar, pero sucede. Esta cosa accidental que conduce a otras cosas es lo que me interesa. Lo impredecible.

Cualquier cosa que pase puede tomar un rumbo diferente al esperado. Por eso me atrae leer historia y ver cuántas veces las guerras se han prevenido. Una guerra se ve inevitable, pero muchas veces alguien interviene y dice: "No, esto no tiene que suceder". Olvidamos, a veces, que las cosas no son inevitables.
Varios libros suyos se acercan a la autobiografía. Pero el más reciente, 'Diario de invierno', sí es su historia en estado puro. ¿Cómo fue escribirlo?

Es verdad que este no es mi primer libro autobiográfico. De hecho, es el cuarto. 'Diario de invierno' ('Winter journal') es algo que quise hacer ocasionalmente, para hablar de mi vida, pero no porque esté terriblemente interesado en mí mismo. Mi vida es la de cualquiera, no es particularmente interesante ni excepcional.

Además, está escrito en segunda persona, con una estructura particular. No es un libro tradicional. Usé la segunda persona para crear alguna distancia entre mis experiencias y yo; para mirarlo todo desde un pequeño espacio y entrar en una suerte de diálogo conmigo. Está compuesto de fragmentos, no hay una narración continua. Pienso que es un texto que aspira a la condición de música. De alguna forma, es un poema largo en prosa.
Su obra presenta un mundo que queda abierto. ¿La idea es que el lector lo cierre?  

No lo sé. No es deber del escritor suponer lo que el lector debe pensar. Yo, por lo menos, no puedo hacerlo. Escribo desde mis vísceras. Alguien puede opinar que es excelente lo que lee y otra persona más puede considerar que es estúpido y no tiene sentido. Quién sabe cómo va a responder la gente. 
Escribe a mano y luego pasa a la máquina de escribir. ¿Qué le ofrece el contacto de la mano con el bolígrafo y el papel? 

Siempre he pensado en el hecho de escribir como una actividad física. Me gusta la sensación del bolígrafo en mi mano, presionando el papel. Hay algo táctil e inmediato ahí. También es que así aprendí a escribir cuando niño. Primero tuve un lápiz y luego un bolígrafo. Aprendí a escribir a máquina a los 15 años. Aún escribo a mano y luego lo paso a máquina, párrafo por párrafo.  
¿Y el computador?

No me gusta. Escribir en él es demasiado fácil. Mi máquina ofrece resistencia, como si los músculos de mis manos crecieran y la mano fuera más fuerte en vez de más débil. Cuando he usado computador me ha dolido la mano.
A la hora de hablar del oficio, también defiende la soledad.
 
Quien escriba debe disfrutar estar solo. La mayor parte del día la paso en soledad. Los artistas de toda clase no solo disfrutan su soledad, sino encuentran fuerza en ella. Para mí no es algo doloroso. Me gusta cerrar la puerta, sentarme en un cuarto solo y escribir. Pocos lo hacen porque no les gusta pasar sus días así. Únicamente a los artistas les interesa. 
¿Qué significa hoy para usted 'La trilogía de Nueva York', la obra que lo dio a conocer?

No pienso en ella. Siempre tengo la mente en lo que hago ahora y en lo que voy a hacer después. No miro atrás. Esas son novelas tempranas, producto de episodios pasados.

Siri Hustvedt y Paul Auster


¿Le muestra manuscritos a su esposa, Siri Hustvedt? 

Siempre. Ella es un genio. Y es mi primera lectora. Todo lo que escribo, ella lo lee, y todo lo que ella escribe, yo lo leo. Me escucha y la escucho. Somos honestos entre nosotros, nos decimos cosas que nacen de la admiración por el otro, de querer que el trabajo del otro sea tan bueno como pueda ser.  
En días de elecciones, ¿cómo ve a Estados Unidos?   

Estoy muy asustado. Rezo para que gane Obama. Si gana Romney, será un desastre no solo para Estados Unidos sino para el mundo. Este es un país totalmente dividido. Estamos en una parálisis. Pero si pierde Obama, todo empeorará. No soy optimista.  
Lo han invitado a Colombia. ¿Cuándo va a decir que sí?

Algún día espero ir. He viajado mucho últimamente y para mí es terrible pensar en montarme en un avión. Prefiero quedarme en mi pequeño cuarto y hacer mi trabajo.

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