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viernes, 28 de octubre de 2011

Lecciones de tipografía / Helvética





Juan Rodríguez Milanta
HELVÉTICA


 


La Helvética llegó para quedarse. Nos han invadido sin avisar. En 2007 cumplió su primer medio siglo. Habita ahora el espacio público y es la debilidad de los diseñadores. Firme y poderosa, es parte imprescindible de la cultura visual, de la publicidad que nos gobierna y de las señales que nos controlan. De sólida armazón, sin arabescos barrocos, sin adornos que distraigan el ojo, clara y precisa, y orgullosa de sus virtudes, la Helvética no se deja amedrentar.








La Helvética abarca los mundos del diseño, publicidad, psicología y comunicación. Echemos un vistazo en casa o en la calle, en la oficina o en el aeropuerto, en el supermercado o donde sea, y ahí está, firme y decidida. Ocupa su espacio porque sabe lo que quiere. Hace su trabajo y se siente orgullo del lugar que ocupa en nuestro mundo.








La tipografía Helvética fue desarrollada por Max Miedinger en 1957 para la Haas Type Foundry en Munchenstein, Suiza. A finales de los años 50, el diseño europeo asistió al renacer de viejas tipografías sin serifa [«de palo»] tales como la Akzidenz Grotesk. El director de las Haas Eduard Hoffmann encargó a Max Miedinger ex-empleado de la firma y entonces diseñador freelance, diseñar un tipo gráfico moderno sin serifas para añadir a su catálogo. El resultado fue la Neue Haas Grotesk, nombre que más tarde se cambió al de Helvética, derivado de Helvetia que era el nombre en latín de Suiza, cuando las compañías Stempel y Linotype comenzaron a comercializarla internacionalmente en 1961.





Gary Hustwit / El reino de la Helvética






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