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domingo, 6 de junio de 2010

Silvia Tomasa Rivera / Rarámuri / El arco y la cruz



Silvia Tomasa Rivera
Rarámuri
EL ARCO Y LA CRUZ
I
Próspero tánori no conoció al señor de la cima ni al hombre oscuro que vivía más allá de las altas borrascas.

No imaginó siquiera toparse de frente con el Dueño de los Verdes Valles, cuando salió de casa con la mochila al hombro.

El solo caminaba bordeando la sierra, buscando la tumba perdida de su padre, en un pueblo del norte llamado Chinatú.


II 
Se lo dijo su madre en el lecho de muerte: “La Tarah no es un lugar donde el olvido incendie sus raíces”.

La Tarah es yumari con música de viento. Un vuelo de ojos negros circundado por un rejo invisible. Adentro la cadencia, el movimiento del agua 
bendecida que penetra la mente de los hombres.

Allá irá mi alma, Tánori: allá te espero.

III
Nuestro pasado no podrá alcanzarnos. Lo hemos dejado atrás, está en la fuerza de quienes nos persiguen.

Nosotros no tenemos pasado ni futuro alimentamos el present con maíz y tesguino. También comemos carne de monte como los armadillos.

Nadie tiene hambre, nos curamos solos con la mano de Dios.

Y si alguien muere nace otro y otro.
Por eso somos eternos los Rarámuri.


IV 
Con el arco y la cruz han bendecido el vuelo, ¿a dónde llegarán estos hombres veloces que nacieroncon el sol en la frente?

¿Qué resguardo de sombras los espera al regreso, cuando suban como águilas torcaces a enclavarse en la piedra?

V
En la altamontaña no hay línea divisoria donde termina el cielo y comienza la tierra.
Lejos del caserío -en pleno monte- una mujer y un hombre han encendido el fuego.
Una cama de piedra es el final del día. Ahí empieza la vida. Ellos lo saben.


VI
Cuando subiste a los riscos hiciste una promesa de volver.
Pero los venados tenían fuego en las patas. No puedes regresar hombre rarámuri con las manos vacías.
Te quedarás apostado entre los árboles quién sabe cuántas noches, con los ojos abiertos.


VII 
Hay un refugio ancestral: el hícuri sagrado la magia que no tiene que ver con el destierro. Un refugio mental donde nadie penetra.
Se dicen cosas hombres y montaña, hombre y Dios. La historia intransferible.


VIII 
En Chinatú el despojo de tierras y la muerte, no es historia.
Los hombres que suben a la sierra a construir aserraderos, tampoco tienen historia.
Los rarámuri se repliegan a la montaña más alta.
Todo es presente para ellos. ¿Quién piensa en el futuro?

IX 
Las chozas del aserradero están a la distancia de un tiro de escopeta.

La invasión es el primer aviso.
La retirada al calor de tesguino, es la forma de vida involuntaria.

Las escopetas son para cazar conejos.
Las motosierras para cortar los árboles.
Los tarahumaras, para huir en su propio territorio a la velocidad de una bala.


X
Si abandonas la sierra, si bajas por el filo espinoso hasta el río, no preguntes por qué dieron al blanco.
Si regresas herido mejor toma el tesguino.

Si esta noche de luna llena abandonas la Tarah puedes darte por muerto. 





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