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viernes, 22 de agosto de 2003

Vivien Greene, viuda del escritor británico Graham Greene

Graham Gereene y Vivien, 1927

Vivien Greene, viuda del escritor británico Graham Greene

Vivien Greene, esposa del genial escritor, inveterado adúltero y torturado católico Graham Greene, religión a la que se convirtió gracias a la influencia de Vivien, murió el pasado martes a los 98 años de edad en su casa de la universitaria ciudad de Oxford, al sur de Inglaterra.
"Es el fin de una era", declaró ayer su sobrina Amanda Saunders al diario británico The Independent, al hacerse eco de esa muerte. Vivien Greene, que nació en 1905 con el nombre de Vivienne Daryll-Browning, ha sobrevivido 12 años a su esposo, fallecido en 1991 y de quien nunca se divorció debido a la fe católica de ambos, pese a que en 1948 se separaron.
Vivien Greene
Greeene fue para su esposa "un hombre frío e infeliz", con el que tuvo "un matrimonio intenso pero desgraciado, que le iba a perseguir en sus últimos años". Así lo definió Vivien en una de sus escasísimas entrevistas, un año después de la muerte del autor de El poder y la gloria, El americano impasible o El tercer hombre, entre otras grandes novelas que se popularizaron aún más al ser llevadas al cine.
En 1926, cuando tenía 22 años, Graham Greene se convirtió al catolicismo, un año después de conocer a Vivien, a quien consideraba como "una católica ardiente", en comparación con la supuesta frialdad del anglicanismo, la religión oficial británica.
Toda la obra de Greene está recorrida por la carga del catolicismo, su reflexión sobre el pecado, el sufrimiento y el mal, y los conflictos espirituales, en una serie de ambigüedades que lo persiguieron también en su vida.
En 1927, Graham Greene y Vivien se casaron y empezaron una vida en común que aunó la pasión por el sexo en casa ajena con los constantes arrepentimientos de él, y en los que la esposa toleró muchas veces relaciones extramatrimoniales de su marido, incluso con prostitutas.
El matrimonio tuvo dos hijos, Caroline (ahora con 69 años) y Francis (de 66) antes de separarse en 1948, un fracaso que reflejó la novela El final del romance (The end of the affair), llevada al cine en 1999 por Neil Jordan.


Después de la separación y mientras la fama de su esposo como escritor se hacía cada vez mayor, Vivien Greene pasó los últimos años de su vida coleccionando en su hogar casas de muñecas victorianas, hasta convertirse en una autoridad en la materia desde el punto de vista histórico, a lo que dedicó dos libros.
Su exhaustiva colección fue expuesta en un museo de Oxford antes de que, hace cuatro años, las miniaturas fuesen vendidas en una subasta. Vivien, hasta el fin de su vida, siguió firmando sus artículos como "la señora de Graham Greene".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de agosto de 2003

sábado, 16 de agosto de 2003

Juan Marsé / Las atracciones de Gal.la Placídia

Descobrir a Gal·la Placídia



MI RINCÓN FAVORITO

Las atracciones de Gal.la Placídia


Juan Marsé
16 de agosto de 2003

Difícil escoger. Hay muchos rincones en mi ciudad y en mi país (y fuera de mi país también) que, por una razón u otra, significan algo en mi vida. Podría hablar de cierto camino al oeste de Sant Jaume dels Domenys que me llevaba a nadar en una alberca entre viñedos con los amigos adolescentes; o del patio trasero en casa de mis abuelos, en L'Arboç del Penedès; o de un repliegue del banco ondulante del parque Güell donde sucumbí a R. L. Stevenson a la edad de 10 años; o de cierto portal en la Rue de Canettes, en París. Pero voy a escoger un enclave barcelonés que frecuento, aunque de forma esporádica, desde muy niño: una esquina, o más bien una hendidura, subiendo por la Via Augusta a mano derecha, donde se ubica una plaza llamada Gal.la Placídia.

Paisaje Urbano - Plaza Gal·la Placídia | ESCOFET

Durante la Guerra Civil, cuando yo tenía cuatro o cinco años y en mi tierna retina acababan de grabarse los bombardeos de febrero de 1938, mi abuelo materno, algunas tardes a primera hora, solía llevarnos a mi hermana y a mí a esta plaza, y juraría que ya por entonces (pero me temo que ahí la memoria arrima el ascua a su inquieta sardina) había en ese rincón predilecto algún artilugio -unos caballitos, tal vez unos simples columpios- para entretener a los críos. Años después, en 1950, mi padre frecuentaba la terraza de un bar enfrente de las atracciones de la plaza, el bar Mirasol. Pero yo entonces era un adolescente, y aquel carrusel con caballitos ya no despertaba mi interés. Lo que me tenía fascinado era un tipo verboso y divertido, de apellido dinámico, Palanca, que trabaja en el bar Mirasol y era amigo íntimo de mi padre. Gracias al Palanca recuperé a los 17 años el rincón de las atracciones. Después, en los años setenta, hice algunas visitas esporádicas con mis propios hijos, cuando estos aún eran pequeños. Y hoy, en 2003, la inercia incombustible de otro niño me devuelve a aquel lugar.

Todo empezó cuando me instalaron el satélite digital y decidí grabar, para mi nieto Guille, de tres años, una serie norteamericana de éxito de los años sesenta, basada en el cómic del superhéroe Batman. El flechazo fue fulminante y todos los días -a la misma batihora, en el mismo baticanal- la fascinación del niño por aquel misterioso y oscuro justiciero fue creciendo hasta límites insospechables. Guille fue poseído por el espíritu de Batman. Dibujarlo en lápices de colores, ceras o rotuladores, modelarlo en barro o en plastilina, trazar la señal con tiza sobre la pizarra, sobre la arena del mar, improvisar capas o recortar máscaras, reproducir escenas y diálogos aun a riesgo de recibir broncas por las réplicas mal dadas, inexactas o desganadas, el caso es que nunca nada parecía suficiente para saciar su sed del mito. Tan intensa era esta pasión que, afligidos, comentamos el asunto con algunos amigos, y recuerdo el sabio consejo que uno de ellos nos hizo llegar por carta: no había nada, absolutamente nada que hacer contra el mito. Batman es más fuerte que la vida. Un buen día, otros amigos nos dieron las señas de un lugar que, aseguraron, colmará los apetitos fantásticos del Guille: plaza de Gal.la Placídia, subiendo por Via Augusta, en un rincón a mano derecha.

Sólo cuando llegamos allí me di cuenta de que era el mismo rincón donde solía llevarnos mi abuelo, a mi hermana y a mí, durante la guerra, y al que luego acudí con mi padre, siendo ya un muchacho, y en el que también había recalado con mis hijos, hace ya más de 30 años. Ahora llego arrastrado de la mano de mi nieto. Veo que aún están los columpios, aunque modernizados, y que en las zonas ajardinadas sobreviven algunos pinos y los enormes plátanos, incluso el bar Mirasol. Y aún estoy tratando de recordar la magia del lugar cuando veo que mi nieto ya ha encontrado su reclamo y se ha encaramado a un siniestro artilugio, una especie de vehículo galáctico, rigurosamente negro, con la silueta de un murciélago en el capó.

En las atracciones de Gal.la Placídia hay un auténtico, un genuino batimóvil, donde -por el módico precio de un euro- cualquier niño como Guille puede alegremente volar a la ciudad de Gotean, y repartir justicia, que buena falta le hace a este puto país. Que lo sepan.


EL PAÍS


jueves, 7 de agosto de 2003

París despide con dolor y canciones a Marie Trintignant

Jean Louis y Nadine Trintignant, en el funeral de su hija,
la actriz Marie Trintignant.
 


París despide con dolor y canciones a Marie Trintignant

Vestidos de blanco por petición de la familia, actores, políticos, músicos y amigos dieron ayer el último adiós a la actriz.

OCTAVI MARTI
7 AGO 2003

París se despidió ayer, por partida doble, de la actriz Marie Trintignant, fallecida el viernes 1 de agosto a consecuencia de los golpes recibidos de su amante, Bertrand Cantat. Por la mañana, en el teatro Edouard VII, en el que ella había actuado recientemente, la familia reunió a sus amigos para un recordatorio privado. Catherine Deneuve, Daniel Auteuil, Patrice Chéreau, Anouk Aimée, Vincent Pérez, Sandrine Kiberlain, Amira Casar, Jane Birkin, Claude Lelouch o Romane Bohringer son algunos de los artistas que acudieron a la cita presidida por los padres de Marie, Nadine y Jean Louis Trintignant, su hermano Vincent, su hijo Roman y su suegro, Alain Corneau. Políticos como el ministro de Cultura, Jean Jacques Aillagon, o como el anterior primer ministro Lionel Jospin, también estaban presentes en un acto en el que el escritor Jorge Semprún dijo: "Nuestra cólera se calmará en la serenidad de nuestra alma y en las lágrimas de nuestros ojos".
El actor Lambert Wilson, colega de Marie en el rodaje deColette, leyó un poema de Ronsard dedicado a "los amores de Marie", mientras el cantante Jacques Higelin, con la ayuda de la actriz y también cantante Lio, insistió: "Si estamos todos aquí es porque somos amigos, porque la vida es hermosa y continúa. Marie está con nosotros y vamos a cantar pensando en ella". Los asistentes, vestidos en tonos claros, corearon con tristeza las canciones preferidas de Marie.
Por la tarde, en el cementerio de Père-Lachaise, en compañía de centenares de ciudadanos, el ministro de Cultura puso un ramo sobre la tumba "en homenaje de la República", a quien "había luchado tanto para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres".
El padre de la actriz, Jean Louis, quiso leer una de las muchísimas cartas recibidas de desconocidos en la que se afirmaba que "no hay que llorar por la que has perdido, sino alegrarte por haberla conocido", pero no pudo acabar la lectura debido a la emoción. La madre, Nadine, evocó los últimos momentos de vida de su hija: "Cuando llegué al hospital y vi que tu hermano lloraba, Marie, supe que era grave, muy grave".
La televisión pública había programado los dos últimos días una serie protagonizada por Marie y dedicada a historiar el combate feminista en Francia entre 1939 y hasta la actualidad. Varias asociaciones feministas también quisieron estar presentes en la ceremonia, con rosas blancas y claveles rojos, en honor de quien aceptó convertirse en símbolo de su combate. Para algunas de ellas, Marie "ha vivido el drama que cada año conoce un millón y medio de mujeres en Francia", refiriéndose a la violencia masculina contra la mujer, pero para otras feministas "no sirve de nada convertir un caso particular en general", porque hay que respetar "la individualidad de cada drama".






CANTAT ACEPTA LA EXTRADICIÓN


Mientras en París la ciudad se despedía de la actriz, en Vilnas el fiscal Ramutis Jancevicius recordaba que no había ninguna razón por la que las autoridades lituanas tuviesen que proceder a la inmediata extradición de Bertrand Cantat, supuesto responsable de la muerte de la actriz. "En mi opinión, una persona que ha cometido un crimen aquí, en Lituania, debe ser juzgada en Lituania". Precisó también: "Aún no he recibido demanda alguna de extradición de parte de Francia". Pero también dijo que "las autoridades del país no han firmado de momento ninguna autorización que permita a policías franceses de la brigada criminal desplazarse a Vilna para interrogar a Cantat y a diversos testigos".
El abogado de Cantat confirmó que el cantante ya conoce la noticia de la muerte de su compañera sentimental. Según el letrado, el músico "es favorable a una extradición rápida hacia Francia". En el breve interrogatorio ante un juez lituano Bertrand Cantat se declaró "dispuesto a pagar su deuda y a asumir todas sus responsabilidades", pero "en Francia". "No tengo nada que hacer aquí, en Lituania".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de agosto de 2003