“Emmanuelle es una mujer que no llega al clímax, está en busca de un placer perdido. Vuela sola a Hong Kong en viaje de negocios. En esta ciudad sensual, donde inicia numerosos encuentros, conoce a Kei, un hombre que la esquiva... Festival de San Sebastián, ¡¡estreno en competición!!”, escribió Audrey Diwan en su Twitter (ahora X) tras conocerse la noticia de que su nueva película, Emmanuelle, inaugurará el próximo Festival de Cine de San Sebastián.
Tras el éxito de El acontecimiento, donde la directora francesa adaptaba la novela homónima de Annie Ernaux (por la que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia, convirtiéndose así en la sexta mujer en ganar este galardón), Emmanuelle es uno de los estrenos más esperados del año: una nueva revisión del famoso clásico erótico protagonizada por Noémie Merlant y escrita junto a Rebecca Zlotowski, una revisión que la misma Diwan anuncia como “una exploración del placer en la era post Me Too”. “Esta película se basa en la búsqueda del placer, y de un placer perdido. Intento contar la película a través de las sensaciones de Emmanuelle. Cada secuencia es como una exploración. Ganar el León de Oro me dio la libertad de intentar algo muy diferente y explorar. De ahí surgió la motivación para esta película”, explicaba en una entrevista para Deadline el pasado diciembre.
“He acabado de poner en palabras lo que se me revela como una experiencia humana total de la vida y de la muerte, del tiempo, de la moral y de lo prohibido, de la ley, una experiencia vivida desde el principio al final a través del cuerpo”, escribió Ernaux en El acontecimiento, la novela en la que la Premio Nobel de Literatura narraba la aterradora experiencia de su aborto clandestino a principios de los años 60, cuando era una joven estudiante y el aborto todavía estaba penalizado en Francia. Casi 20 años después de la primera publicación del libro (en Francia lo publicó Gallimard en el 2000 y en España Tusquets en 2019), Diwan lo llevaba a la gran pantalla en una película arrolladora sobre el deseo de libertad de una mujer sola ante el mundo, sobre una mujer a la que no le queda más elección que poner en riesgo su vida para salvarse a sí misma, que trata de ser libre a pesar de tenerlo todo en contra.
La directora, guionista y también periodista y escritora (debutó en la novela con La Fabrication d´un mensonge, sobre el tema del matrimonio) supo captar la esencia del relato de Ernaux, reflejar una sociedad que condenaba legal y moralmente el aborto, que castigaba con crudeza las consecuencias no deseadas del sexo de las mujeres solteras y sin medios para afrontarlas, contar la historia de una joven que debe enfrentarse a esa vivencia en la más absoluta soledad, física y emocional.
Partiendo de ahí, es interesante preguntarse qué podemos esperar de la revisión de Diwan de una película que marcó a toda una generación, mito erótico de los 70 y, para algunos, controvertido icono feminista. “La famosa versión de Jaeckin de Emmanuelle fue un símbolo para toda una generación que iba a Francia para poder verla, porque aquí estaba prohibida. No solo era la curiosidad por el sexo que en España nos estaba negada, sino también el aire fresco que empezaba a correr en un país que salía, poco a poco, de la larga noche del franquismo. Para el Festival de San Sebastián es muy importante inaugurar con la nueva película de Audrey Diwan, en la que se enfrenta a todo este mito del erotismo. Teníamos muchas ganas de ver cómo contaba esta historia sobre una mujer y su búsqueda del placer sexual”, explica José Luis Rebordinos, director del festival donostiarra a propósito del anuncio. Sobre la adaptación de Just Jaeckin, también recuerda Núria Vidal: “En el 74 seguía sin pasaporte y sin derecho a tenerlo por estar juzgada y condenada por el TOP (el Tribunal de Orden Público). Así que me conformaba con acompañar a los amigos hasta Port Bou y allí me despedía de ellos. Los esperaba en un hotelito del pueblo y cuando volvían me contaban lo que habían visto. Mi primer contacto con Emmanuelle (y con muchas más películas) fueron sus relatos”. La histórica crítica de cine y escritora no la vería hasta el febrero de 1978, cuatro años después del estreno. “Yo veía mucho cine por mi trabajo en la Filmoteca Nacional de España en Barcelona, y procuraba no perderme ni un estreno. Emmanuelle no me impresionó, en la Filmo se veían cosas mucho más provocadoras y arriesgadas, pero sí me divirtió. Tuve la impresión de estar delante de un caramelo envuelto con mucho lujo y un poco empalagoso. Creo que hizo mucho bien al país descubrir que el cine erótico podía ser bonito”.
Aunque poco se sabe a ciencia cierta de quién escribió en realidad la novela original en la que se basan las diferentes adaptaciones cinematográficas de Emmanuelle, algunas fuentes aseguran que la autora es una francesa de origen tailandés llamada Marayat Bibidh y escondida tras el pseudónimo de Emmanuelle Arsan, nacida en 1932 (o en 1940, esto tampoco está del todo claro) y casada con un diplomático francés, a quien también se le ha atribuido la posible autoría de la obra. El libro sería entonces una suerte de novela autobiográfica en la que Arsan narra las aventuras sexuales de la jovencísima esposa de un ingeniero destinado a Tailandia, con el que espera reunirse tras pasar unos meses sola en París. Ya en el avión, Emmanuelle se entregará a sus fantasías más secretas, pero será en el exótico país al que se dirige donde le presentarán a un noble italiano llamado Mario, amante del arte y coleccionista, quien la guiará en la búsqueda del placer y en una filosofía del Eros supuestamente liberada de tabúes. Al parecer, este primer volumen (subtitulado “La lección del hombre”) se publicó en Francia por primera vez en 1959 y se distribuyó de manera clandestina, pero no sería hasta 1974, con la película dirigida por Just Jaeckin (director de otras películas eróticas como la también polémica Historia de O) y protagonizada por la actriz y modelo holandesa Sylvia Kristel, cuando el personaje de Emmanuelle se haría mundialmente famoso. Probablemente, gran parte del éxito se deba al carisma y la sensualidad de Kristel, que, asociada para siempre a este papel, ya nunca dejaría de ser todo un mito erótico para las generaciones de finales del siglo XX. El alcance fue tal que, en 1981, el ilustrador e historietista italiano Guido Crepax, famoso por su serie Valentina, también realizaría su personal versión de Emmanuelle, poniendo el foco en el vínculo entre la naturaleza salvaje y el sexo.
Para algunos, tanto la novela como la película no son más que el reflejo de las fantasías masculinas de la época; para otros, la reivindicación del placer femenino y de las diferentes posibilidades que el deseo y el sexo pueden ofrecer, más allá de las relaciones heteronormativas. Si bien en la Francia de los 70 lo que la película de Jaeckin mostraba ya no debía resultar rompedor (cabe recordar que el mayo del 68 francés partió de la revolución sexual, iniciada a mediados de los sesenta con el movimiento hippie en Estados Unidos), la situación era muy distinta en el caso de España, donde estuvo censurada hasta 1978, llegando entonces a la cartelera bajo la recién estrenada calificación ‘S’, utilizada para un cine a medio camino entre el destape y el inminente porno. En un país donde cualquier insinuación impresa o en pantalla de carácter sexual o del cuerpo de la mujer era motivo de escándalo público y amenaza de cárcel y miles de españoles cruzaban la frontera para ver la famosa película protagonizada por Kristel, Emmanuelle no solo pasaría a formar parte de nuestra historia cinematográfica, sino también social y política.
Vista con el paso del tiempo, independientemente de quién sea el autor o la autora de la novela original, la adaptación de Jaeckin da la sensación de que es una película sobre la búsqueda del placer femenino filmada para la búsqueda del placer masculino. Hay aspectos que hacen demasiado evidente quién está detrás de la cámara y cuál es su objetivo: la constante exhibición de un cuerpo de mujer siempre normativo, un orgasmo femenino también alejado de lo real (generalmente, las mujeres no nos solemos correr en cuestión de segundos con tan solo ver la cara de un hombre en una revista, aunque ese hombre sea Paul Newman) o una escena de una violación “supuestamente consensuada”. Por ello, es si cabe más interesante volver a la pregunta sobre la nueva versión de Diwan. En ella, ¿Emmanuelle seguirá estando definida por su relación con un hombre? ¿Será un objeto fundamentalmente pasivo en sus experiencias sexuales? ¿Cómo será su búsqueda del placer? ¿Habrá una figura masculina que la guíe? ¿Esa búsqueda consistirá en aceptar las proposiciones sexuales de los hombres y mujeres que la deseen y en los términos que ellos deseen? ¿O será Emmanuelle el sujeto activo de sus encuentros? ¿Habrá una representación más diversa y verdadera del cuerpo de la mujer? ¿Abordará otros temas sensibles como el del consentimiento? ¿Ofrecerá un retrato más complejo de su protagonista? ¿Cuestionará la idea de feminidad que planteaba la de Jaeckin? ¿Reformulará la noción de erotismo? En definitiva, ¿esta revisión será una película preocupada por una representación más real del deseo, el placer y la sexualidad femenina?
“Al principio, cuando escribo, siempre siento la necesidad de buscar una conexión íntima con la historia”, dijo Diwan para Deadline. “Así que mi película transcurrirá en la actualidad, Emmanuelle es una mujer que se acerca a mi edad. Quería explorar su búsqueda del placer, lo que representa cuando ya has hecho un camino en tu vida. Cuando no estamos en el descubrimiento, sino en la investigación. Con mi coguionista Rebecca Zlotowski, imaginamos a una mujer que tiene poder, que ha luchado por salir adelante, ha escalado su montaña y también se ha construido una armadura. Se siente sola. Pero, ¿cómo salir de la soledad? Emmanuelle es la historia de una mujer que intenta dejarse llevar. Toda la película trata de trazar un camino hacia el otro”.
Aunque todavía habrá que esperar a septiembre para tratar de resolver algunos de los muchos interrogantes que la Emmanuelle de Audrey Diwan suscita, lo que parece quedar claro teniendo en cuenta los pasos de la directora francesa es que su revisión post Me Too promete ser mucho más compleja, sugerente y profundamente política que su mítica antecesora.
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