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viernes, 31 de octubre de 2014

Pablo Gallo / El pintor siempre llama dos veces

Críticos esperando un Boom
(81 x 100 cm, acrílico sobre lienzo)

Pablo Gallo
EL PINTOR SIEMPRE LLAMA DOS VECES

El artista y su marchante acuden al Tarot
(81 x 100 cm, acrílico sobre lienzo)

Retrato de los artistas adolescentes
(81 x 100 cm, acrílico sobre lienzo)

Cita a ciegas en Tokio
(Colección particular, 89 x 113 cm, acrílico sobre lienzo)

Escena fronteriza
(Colección particular, 73 x 89, acrílico sobre lienzo)

Los pretendientes
(81 x 100 cm, acrílico sobre lienzo)

Dos artistas emergentes
(81 x 100 cm, acrílico sobre lienzo)

Los iluminados
(Colección particular, 114 x 146 cm, acrílico sobre lienzo)

Los descarriados
(Colección particular, 114 x 146 cm, acrílico sobre lienzo)


Pablo Gallo (La Coruña, 1975) se formó en la Escuela de Arte Pablo Picasso de La Coruña y en la Escuela de Arte Massana de Barcelona. Ha recibido diversos premios por sus pinturas y videos y viene desarrollando una permanente labor expositiva desde 1995. En los últimos años su obra se ha centrado en establecer conexiones entre las artes plásticas y la literatura. Es autor de los libros “Hiperhíbridos” (El Gaviero Ediciones, 2011) y “El libro del voyeur” (Ediciones del Viento, 2010) que reúne 69 de sus dibujos eróticos circulares acompañados de textos de 69 escritores españoles e hispanoamericanos. Ha ilustrado el libro de Nacho Vegas titulado “Política de hechos consumados” (Limbo Starr, 2009). Ha colaborado con sus dibujos en revistas literarias como Quimera, La Bolsa de Pipas, Vinalia Trippers o Hermano Cerdo, en el periódico La Voz de Galicia y en la antología “Perversiones, breve catálogo de parafilias ilustradas” (Editorial Traspiés, 2010). En la actualidad vive en Bilbao.


Sara Herranz / Mis pecas y otras delicias


Sara Herranz
MIS PECAS Y OTRAS DELICIAS



todas mis pecas son marcas registradas ©.
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el arte de perderte. como se pierden las horquillas.

El arte de perderte como se pierden las horquillas

Yo sé leer / Vida y muerte en Guerrero











“Yo sé leer”: vida y muerte en Guerrero

En este territorio bipolar, el carnaval coexiste con el apocalipsis. El emporio turístico de Acapulco y la riqueza de los caciques contrasta con la pobreza de la mayoría, y el narcotráfico no es la principal causa de su deterioro


El pasado 17 de octubre el cadáver de Margarita Santizo fue velado en la calle Bucareli de la Ciudad de México, frente a la Secretaría de Gobernación. Así se cumplía la última voluntad de la difunta, que había buscado sin éxito a su hijo desaparecido. La escena sirve de alegoría para un país donde la política amenaza con transformarse en un rito funerario.
La espiral de violencia alcanzó un grado superior el 26 de septiembre con el asesinato de seis jóvenes y el secuestro posterior de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa. Ese día me encontraba en la Universidad Autónoma Guerrero para dar una conferencia sobre José Revueltas. Mi anfitrión era un alto funcionario de la Universidad que en su juventud perteneció a la guerrilla de Lucio Cabañas. Hablamos del escritor comunista tantas veces encarcelado por sus ideas. Esto permitió que el académico repasara su propia trayectoria: “Lucio Cabañas me salvó la vida”, comentó con una peculiar mezcla de admiración y tristeza: “Me obligó a bajar de la sierra antes de que mataran a su gente: ‘No tienes aspecto de campesino’, me dijo: ‘Si te encuentran acá, no podrás decir que andabas sembrando; tienes que continuar la lucha donde vales más: el salón de clases”.
La exigencia del guerrillero significó la pérdida de una ilusión. Al mismo tiempo, el solitario camino de regreso a la vida civil permitió que un luchador social siguiera con vida.
La gran paradoja del Estado de Guerrero es que ser maestro también es un oficio de alto riesgo. Cabañas nació en un pueblo que refutaba su nombre (El Porvenir) y se dedicó a la enseñanza primaria. Muy pronto descubrió que era imposible educar a niños que no podían comer. Al igual que otro maestro, Genaro Vázquez, creó un movimiento para mejorar la vida de sus alumnos y se topó con la cerrazón oficial. Con el tiempo, quienes enseñaban a leer radicalizaron sus métodos de lucha.
La cultura de la letra ha sido un desafío en una zona que dirime discrepancias a balazos. En los años sesenta del siglo XX, dos terceras partes de los pobladores de Guerrero eran analfabetas. La Normal de Ayotzinapa surgió para mitigar ese rezago, pero no pudo ser ajena a males mayores: la desigualdad social, el poder de los caciques, la corrupción del gobierno local, la represión como única respuesta al descontento, la impunidad policiaca y la creciente injerencia del narcotráfico. Esas lacras no son ajenas a otras partes del país. La peculiaridad de Guerrero es que el oprobio ha sido continuamente impugnado por movimientos populares.
En México armado, libro fundamental para entender este conflicto, Laura Castellanos narra el tránsito de los maestros a la guerrilla. Genaro Vázquez fundó una Asociación Cívica que recibió el repudio de las autoridades y el mote despectivo de “Civicolocos”. Por su parte, Lucio Cabañas creó el Partido de los Pobres, pero no logró incidir en la política local. El Gobierno ofreció a los cabecillas dinero y puestos políticos (en Guerrero, suelen ser sinónimos). Los líderes rechazaron esa salida "negociada" y optaron por un camino sin retorno en la montaña.
La cultura de la letra ha sido un desafío en una zona que dirime las discrepancias a balazos
La salvaje represión de la guerrilla se conoció con el redundante eufemismo de “guerra sucia”. Después de la muerte de Cabañas, hubo 173 desapareciedos. Castellanos cuenta la historia de la base aérea en Pie de la Cuesta, Acapulco, donde los aviones despegaban para arrojar disidentes al océano, inclemente recurso que también usarían las dictaduras de Chile y Argentina. En los años setenta, durante la presidencia de Luis Echeverría, México fue el país esquizoide que daba asilo a perseguidos políticos de Sudamérica y sepultaba a sus inconformes en altamar.
Hablábamos en Acapulco de José Revueltas y Lucio Cabañas cuando supimos que seis jóvenes habían sido asesinados en el municipio de Iguala. Esta noticia del infierno venía agravada por una certeza: el horror no era nuevo; llegaba de muy lejos. En Guerrero, la violencia ha sido sistemáticamente alimentada por las masacres cometidas por el ejército y grupos paramilitares. Luis Hernández Navarro, autor de un libro crucial sobre el tema (Hermanos en armas), señala que todos los movimientos insurgentes de la región han surgido después de matanzas (la de Iguala, en 1962, produjo el levantamiento de Genaro Vázquez; la de Atoyac en 1967, el de Lucio Cabañas; la de Aguas Blancas en 1995, el del Ejército Popular Revolucionario).
¿Cuál será el saldo de 2014? El narcotráfico ha ganado fuerza en la región con la presencia rotativa de los cárteles de La Familia, Nueva Generación, los Beltrán Leyva y Guerreros Unidos. Pero no es la principal causa del deterioro. En ese territorio bipolar, el carnaval coexiste con el apocalipsis. El emporio turístico de Acapulco y la riqueza de los caciques contrasta con la pobreza extrema de la mayoría de la población. La indignante desigualdad social justifica el descontento y explica que muchos no encuentren mejor destino que sembrar marihuana o matar a sueldo.
En 2011, el Partido de la Revolución Democrática llevó a la gubernatura a Ángel Aguirre, que había pertenecido al PRI y fungido como gobernador interino en 1999, sustituyendo a su jefe, Rubén Figueroa, responsable de la matanza de Aguas Blancas. Su elección fue un giro oportunista para sumar intereses políticos con el engañoso mensaje de una alternancia en el poder. Como los barcos que utilizan la insignia de Panamá, el PRD se ha convertido en una entidad que alquila su bandera. En la búsqueda del poder por el poder mismo, apoyó a un personaje que jamás combatiría la corrupción ni la injusticia. Al amparo de esa gestión, surgieron figuras dignas de Los Soprano, como el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, también del PRD y hoy fugitivo. De manera inverosímil, la cúpula partidista respaldó a Aguirre después de la desaparción de los estudiantes. Sólo la presión social llevó a su renuncia, que en modo alguno mitiga el eclipse del “Partido del Sol”.
La indignante desigualdad social conduce a muchos a sembrar marihuana o matar a sueldo
En la búsqueda de los normalistas desaparecidos se han encontrado fosas con otros muertos. De 2005 a la fecha han aparecido 38 criptas de ese tipo. Excavar la tierra en Guerrero es un inevitable acto forense.
Durante medio siglo, los abusos de las autoridades han sido repudiados por una población pobre pero politizada. La Escuela Normal representa un centro neurálgico de la discrepancia. Conviene recordar que en los años sesenta uno de sus activistas se llamaba Lucio Cabañas.
El 26 de septiembre hubo cuatro balaceras distintas y un solo blanco: los jóvenes. Con el apoyo del crimen organizado, el alcalde Abarca sembró el terror para amedrentar a los normalistas que se movilizaban para recordar a las víctimas de la matanza de Tlatelolco. Una vez desatado el mecanismo represivo, también fue acribillado un equipo de fútbol. ¿Su delito? Ser jóvenes; es decir, posibles rebeldes.
“Hay una tensión entre leer y la acción política”, escribe Ricardo Piglia. Interpretar el mundo puede llevar al deseo de transformarlo. En ocasiones, la letra, y la ortografía misma, son un gesto político que desafía un orden bárbaro: “Podríamos hablar de una lectura en situación de peligro. Son siempre situaciones de lectura extrema, fuera de lugar, en circunstancias de extravío, o donde acosa la amenaza de una destrucción. La lectura se opone a una vida hostil”, argumenta Piglia en El último lector.
El Che Guevara pasó su última noche en una escuela rural. Ya herido, contempló una frase en la pizarra y dijo a la maestra: “Le falta el acento”. La frase era “Yo sé leer”. Ya derrrotado, el guerrillero volvía a otra forma de corregir la realidad.
Hace años, maestros acorralados por el Gobierno decidieron tomar las armas en Guerrero. Lucio Cabañas decidió salvar a uno de los suyos para que volviera a la enseñanza, instrumento de lucha en un país sin ley.
43 futuros maestros han desaparecido. La dimensión del drama se cifra en una frase que se opone a la impunidad, el oprobio y la injusticia: “Yo sé leer”. El México de las armas teme a quienes enseñan a leer.
A ese país le falta el acento. Llegará el momento de ponérselo.
Juan Villoro es escritor. Acaba de publicar ¿Hay vida en la Tierra? (Anagrama).



Kenneth Rexroth / Los poemas de amor de Marichiko

Balthus

 
Renneth Rexroth
 Los poemas de amor de Marichiko


IV
Me preguntas en qué pensaba
Antes de que fuéramos amantes.
La respuesta es fácil.
Antes de conocerte
No tenía nada en qué pensar.

VI
Sólo nosotros.
En nuestra pequeña casa
Lejos de todos,
Lejos del mundo,
Sólo el sonido del agua sobre la piedra.
Y entonces te digo:
"Escucha: el viento pasa entre los árboles".


VII
Hacer el amor contigo
Es como beber agua de mar.
Mientras más bebo
Más sedienta me pongo,
Hasta que nada puede saciar mi sed
Sino beberme todo el océano.


IX
Me despiertas,
Apartas mis muslos, y me besas.
Te regalo el rocío
De la primera mañana del mundo.


XIII
Tendida sobre la pradera, abierta a ti
bajo el sol de la tarde,
Una vaga neblina esconde a medias
Mis pétalos de rosa.


XV
Porque sueño
Contigo cada noche,
Mis días de soledad
son sólo sueños.


XVIII
El fuego
Quema mi corazón.
No levanta ningún humo.
Nadie lo sabe.


XX
¿Quién está ahí? Yo.
¿Quién yo? Yo soy yo. Tú eres tú.
Tomas mi pronombre,
Y somos nosotros.

XXV
Tu lengua borda y se desliza
Dentro de mí,
Y me vuelvo sorda y resplandezco
Con una luz inestable
como el interior
De una expansiva
Y dilatada perla.

XLII
Cuántas vidas hace
que nadé por vez primera en el torrente del amor,
Para descubrir al fin
Que la orilla es inalcanzable.
Y sin embargo sé
Que voy a seguir nadando y nadando.

XLIV
El desorden de mi pelo
Se debe a mi almohada insomne y solitaria.
Mis ojos hundidos y mi rostro demacrado
Son tu culpa.

L
En el parque un cuervo despierta
Y se lamenta bajo la luna llena.
Y yo me despierto y lloro
Por los años que se han ido.

LI
¿Me hiciste tuya porque me amabas?
¿Me hiciste tuya sin haberme amado?
¿O solamente me hiciste tuya
para poner a prueba mi corazón?




Pablo Gallo / Imágenes de bazar

Sobremesa de domingo
(Acrílico sobre lienzo, 38 x 55 cm)

Pablo Gallo
IMÁGENES DE BAZAR
2005


Jazz Suite
(40 cm diámetro, acrílico sobre lienzo)


Composición con plátano
(45 x 45 cm, acrílico sobre lienzo)