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domingo, 31 de mayo de 2020

Así termina / George V. Higgins / Los amigos de Eddie Coyle




George V. Higgins
LOS AMIGOS DE EDDIE COYLE

  
  —Y al cabo de otro año, más o menos —dijo Clark—, volverá a estar en chirona otra vez, aquí o en otro sitio, y yo estaré hablando con otro hijo de puta, o quizá de nuevo contigo, y lo juzgaremos otra vez y volverá a salir libre. ¿No se termina nunca esta mierda? ¿Es que en este mundo las cosas no cambian nunca?
    —Eh, Foss —dijo el fiscal, tomando a Clark por el hombro—, pues claro que cambian. No te lo tomes tan a pecho. Algunos mueren, los demás envejecemos, llega gente nueva, los antiguos se marchan… Las cosas cambian todos los días.
    —Pero apenas se nota —dijo Clark.
    —Eso, sí —asintió el fiscal—. Apenas.



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The Friends of Eddie Coyle
By George V. Higgins
“Hey, Foss,” the prosecutor said, taking Clark by the arm, “of course it changes. Don’t take it so hard. Some of us die, the rest of us get older, new guys come along, old guys disappear. It changes every day.”
“It’s hard to notice, though,” Clark said.
“It is,” the prosecutor said, “it certainly is.”


George V. Higgins / American Most Wanted

04/04/13 – La suerte de George V. Higgins | La revista digital de ...
George V. Higgins
George V. Higgins
AMERICAN MOST WANTED

Por Philipp Engel

El tipo mazas estaba sentado frente a Jackie Brown y dejaba que se le enfriara el café. —No sé si esto me gusta— dijo—. No sé si me gusta comprar material del mismo lote que otra persona, porque no sé qué hará con él, ¿comprendes? Si otra persona compra pipas del mismo lote y eso causa problemas a mi gente, también me los causará a mí”. George V. Higgins (“Los amigos de Eddie Coyle”).

Basta hojear las primeras páginas del clásico “Los amigos de Eddie Coyle” —originalmente publicado en 1970— para darse cuenta de su influencia sobre todo lo que vino después: Elmore Leonard, Tarantino, Scorsese, “Los Soprano”… todo. Y no sólo porque enseguida aparece un traficante de armas que se llama como el título que Tarantino le puso a su adaptación de una novela (y media) de Leonard, sino por los diálogos: el 80 % de Higgins son los diálogos, sus personajes no callan. Los hampones de las novelas de George V. Higgins son tipos duros con alma de storytellers y una marcada tendencia al monólogo amenazante que no cierran la boca al menos que les estén propinando una soberana paliza (precisamente para hacerles hablar), o que acaben de meterles un tiro en toda la cara. Y en ese caso, son los otros quienes continúan la charla: detalladas conversaciones sobre armas, coches, negociaciones, golpes, problemas domésticos y anécdotas carcelarias. En las antípodas del estilo telegráfico, de réplicas secas y cortantes, patentado por Dashiell Hammett, tanto “Los amigos de Eddie Coyle” como “Mátalos suavemente” (ambas cortesía de Libros del Asteroide), se leen como un furioso torrente de diálogos encadenados, tan vivos que uno los calificaría de “muy cinematográficos”. Y sin embargo, si de algo pecan las películas —tanto “El confidente” (Peter Yates, 1973), con Robert Mitchum como Eddie Coyle, como la inminente “Mátalos suavemente” (Andrew Dominik, 2012), ambas excelentes—, es de excesiva fidelidad a la letra escrita. Por muy bien que lo hagan, y tanto Mitchum como Pitt están estupendos, se nota que están recitando. Filosofía de pub, que dijo un crítico. Es una paradoja que no deja de obsesionarme, diálogos que revelan en pantalla sus costuras literarias, cuando sobre el papel parecían tan reales. El mismo Elmore Leonard, para el que “si algo suena a escrito, lo reescribo”, confesaba, en una reciente conversación con Antonio Lozano su deuda con los diálogos de Higgins, aunque apuntando que “luego llevó demasiado lejos su técnica y dejó sus novelas en puros diálogos sin contexto”. En el prólogo de “Los amigos de Eddie Coyle”, Dennis Lehane abundaba en lo mismo: “Higgins pasó el resto de su vida tratando de arreglar lo que no estaba roto, intentando refinar los diálogos en sus novelas posteriores”. La reciente publicación de su tercera novela, “Mátalos suavemente”, original de 1974, nos permite dudarlo, Higgins continúa en plena posesión de sus facultades. No sólo como maestro del diálogo, sino como vehículo de una subyugante inmersión en los bajos fondos que, más que a Leonard o Lehane, me recuerda a Eddie Bunker, aunque sus viajes vitales fueron diametralmente opuestos: si Bunker fue un criminal que salió de la cárcel al lograr convertir en literatura el lenguaje de la calle que conocía de primera mano, Higgins fue abogado y fiscal antes de ponerse a escribir. Como abogado, tuvo clientes célebres: defendió entre otros a G. Gordon Liddy, uno de los más célebres implicados en el Caso Watergate, y a Eldridge Cleaver, líder de los panteras negras, cuya presencia se deja notar en el cargado ambiente de “Los amigos de Eddie Coyle”. Qué importa si Bunker se formó en San Quintín y que Higgins se graduara en Stanford, que uno naciera pobre y el otro rico, el talento del que hicieron gala les ha acabado colocando en el mismo pedestal, el placer para el lector es del mismo calibre. ¡Viva el thriller de los 70!

LIBROS DEL ASTEROIDE




George V. Higgins / Los amigos de Eddie Coyle / Reseña de José María Guelbenzu

Libros: Mátalos suavemente de George V. Higgins – Plumas Atómicas


George V. Higgins

Los amigos de Eddie Coyle

José María Guelbenzu
22 de octubre de 2011


 Narrativa. Esta es una afamada novela que tiene gran predicamento entre los escritores norteamericanos del género noir y la verdad es que los elogios son merecidos. Se trata de un thriller muy dinámico que desciende de maestros fundadores como Dashiell Hammett o Ross MacDonald. Es una historia sencilla y lineal: un hombre metido en asuntos turbios, que se encuentra a las puertas de un juicio que presumiblemente le costará la cárcel, acepta entregar a otros delincuentes con los que se relaciona a cambio de un trato favorable. El autor, antiguo fiscal y policía, se decide por un relato de tiempos simultáneos a lo largo de unos pocos días. El propio Eddie Coyle, una banda de atracadores de bancos, el propietario de un bar que es asesino a sueldo en sus ratos libres, un duro policía y un segundo chivato oculto que, en cierto modo, representa el destino de Coyle, son los que ocupan las escenas que se suceden con verdadero dinamismo. La escritura es directa, precisa y al cuerpo, como el despliegue de brazos de un buen peso welter a lo largo de un combate estelar. Está escrita en los años setenta y se nota que se apoya en una tradición ya consolidada. Pero lo que hace de esta novela un hito es el manejo de los diálogos, que dejan al lector literalmente anonadado. Son la verdadera fuerza de la novela, mucho más que la historia en sí -como muy bien señala Dennis Lehane en el prólogo- o, dicho de otro modo, son la historia en sí porque sin ellos la novela sería la mitad de la mitad. Perfectamente ensamblados en la estructura de simultaneidad de escenas y personajes, reproducen tan bien el habla del sórdido submundo gansteril, representan con tal convicción y veracidad la subcultura del hampa de medio pelo, representan tan visceralmente esa concepción del crimen como medio de subsistencia, como herramienta de trabajo, que puede decirse que abren un nuevo camino en la literatura negra norteamericana. Esta novela es un hecho singular porque ni su autor fue capaz de repetir semejante proeza. Una vez escrita, ni él mismo podía imitarla. Es un caso singular, una pieza magistral y única. Son diálogos irrepetibles tal cual, pero que han servido a muchos otros escritores para encontrar un camino expresivo que ha marcado la evolución del género y hacen que el lector los recorra con mayor interés que la intriga misma porque ellos son la auténtica intriga, tan poderosos y absorbentes que uno tiene la sensación de que todos los demás diálogos de las novelas del género que siguieron a esta le deben pleitesía.


Los amigos de Eddie Coyle

George V. Higgins
Prólogo de Dennis Lehane
Traducción de Montserrat Gurguí
y Hernán Sabater
Libros del Asteroide. Barcelona, 2011
202 páginas. 16,95 euros
EL PAÍS


George V. Higgins / Infravalorado, sórdido y genial








George V. Higgins: infravalorado, sórdido y genial

George V. Higgins

Infravalorado, sórdido y genial

Juan Carlos Galindo
12 de febrero de 2013


George V. Higgins (Brockton, Massachusetts, 1939-1999) fue un escritor especial. Hay que serlo para escribir una de las grandes novelas negras de la historia y pasar casi desapercibido. Hay que serlo para crear personajes geniales y no utilizarlos nunca más, no vivir de ellos, no apegarse a sus beneficios. George V. Higgins escribió Los amigos de Eddie Coyle (1970) y otras 27 obras posteriores, aunque nunca repitió el éxito, la calidad y la honestidad brutal de la primera. Es lo que tienen los mitos. The Rough Guide to crime fiction, editada por Penguin, le considera uno de los escritores más subestimados de la historia reciente.

George V. Higgins / Los amigos de Eddie Coyle / Reseña




Author George V. Higgins's linguistic loot - The Boston Globe
George V. Higgins

“Los amigos de Eddie Coyle”, 

de George V. Higgins


Francisco J. Ortiz
27 de diciembre de 2011
A Hernán Sabaté, in memoriam
La etiqueta de “novela de culto”, como la de “película de culto”, se ha convertido en una mención de honor, una medalla que se cuelgan orgullosas en el pecho determinadas novelas (y películas) que no han llegado a un público verdaderamente masivo, pero alrededor de las cuales se ha ido desarrollando -con mayor o menor merecimiento- un aura que no todos perciben y que las acredita como obras de méritos mucho mayores de los generalmente reconocidos.

Marc Behm / 'La mirada del observador' / Una novela maldita


Detalle de la portada de la edición de RBA-

Una novela maldita, una obra de arte del gran ‘outsider’ de la novela negra

Ignorado por el gran público, Marc Behm creó en 'La mirada del observador' una obra única


Juan Carlos Galindo
17 de noviembre de 2017

La novela negra es un territorio perfecto para malditismos y leyendas. En una sociedad en la que se mata por un ratito de fama, estas historias no dejan de sorprender. Francia tiene que ver con dos de los mejores ejemplos. Jean Claude Izzo es uno de ellos.
El otro es un actor estadounidense que tras participar en el desembarco de Normandía se enamora de una enfermera francesa, se casa con ella, abandona su carrera interpretativa y tiene siete hijos. Guionista de prestigio, vive de colaborar en producciones de la talla de Charada o Help y no publica su primera novela hasta los 52 años. Un hombre que cuando era ignorado en Estados Unidos e Inglaterra no paraba de ganar adeptos en Francia gracias a la Série Noire de Gallimard.
Hablamos de Marc Behm (Trenton, New Jersey, 1925 – Fort-Mahon-Plage, Francia, 2007). Creador de un buen puñado de cuentos desasosegantes de los luego hablaremos o de la extraña Of The Wall, Behm es sobre todo conocido por la novela The Eye of the Beholder. Publicada por primera vez en España en la colección Etiqueta Negra en 1987, ahora se puede encontrar con el título La mirada del observador en la edición con la que la Serie Negra de RBA tuvo el acierto de rescatarla en 2011 (traducción de Beatriz Pottecher).

Dorothy B. Hughes / En un lugar solitario / El thriller feminista de una dama noir de los años 40

Reseña de "En un lugar solitario" de DOROTHY B. HUGHES - El ...




“En un lugar solitario”,

 de Dorothy B. Hughes

El thriller feminista de una dama noir de los años 40


Juan Mari Barasorda 
13 de enero de 2020

Cuando Chandler, en El simple arte de matar (1944), defiende que Hammett había creado un género escrito “para un lector… que no se asusta de lado en ebullición (“steamy”) de las cosas… la violencia no les asusta porque la violencia se vive en sus calles”, está encaminándonos a un elemento fundamental de la novela negra: la escena, la atmósfera, tensa, oscura, negra. Es más importante la escena que el crimen en sí mismo. El detective, sea privado o de la policía, transita las calles y es su voz en primera persona quien guía al lector. Fue el imprescindible Jim Thompson quien, con Un asesino dentro de mi (1952), ha pasado a la posteridad como el autor que trasladó la visión del detective al criminal. Su protagonista, Lou Ford, el ayudante del sheriff de una imaginada ciudad de Texas, se desnuda ante el lector (“Maté a Amy Stanton el sábado 5 de abril de 1952 poco antes de las nueve de la noche”), al que hace cómplice de las razones que le llevan a cometer un asesinato. La novela de Thompson es una de las mejores novelas negras que el lector podrá encontrar, pero sin embargo hasta ahora muchos lectores desconocían una novela publicada en 1947 narrada desde el punto de vista de un asesino en serie y escrita por una mujer a quien gran parte de la crítica ha considerado como la más noir de las escritoras americanas de los años 40.

Dorothy B. Hughes / En un lugar solitario / Reseña de Javier Valenzuela


Dorothy B. Hughes




Dorothy B. Hughes

En un lugar solitario


Javier Valenzuela
25 de noviembre de 2019

EnUnLugarSolitario
Es tristemente habitual que las mujeres sientan miedo al caminar solas por las calles, los jardines o los parques tras la caída del sol: tienen muy presente la posibilidad de ser asaltadas por algún hombre. No conozco, en cambio, a ningún hombre –a ninguno- que sienta temor a ser agredido por una mujer en un lugar oscuro y solitario. Si los hombres tienen alguna aprensión relacionada con este escenario es por la posibilidad de que sus novias, esposas o hijas puedan sufrir allí algún encuentro funesto.

Hay una violencia específica de las que son víctimas las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Las mujeres pueden ser agredidas sexualmente por lobos solitarios o manadas de depredadores, las mujeres pueden recibir palizas brutales de sus parejas o ex parejas, las mujeres pueden ser asesinadas a la salida de un bar, una discoteca o al término de una fiesta popular por algún tipo de monstruo. Ha ocurrido durante siglos y sigue ocurriendo. Los que lo niegan son unos gilipollas, unos desalmados o, lo más probable, las dos cosas a la vez. Lo son por mucho que los hayan elegido concejales o diputados unos votantes tan gilipollas o desalmados como ellos. A Hitler también le votaron unos cuantos millones de alemanes.

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La escritora estadounidense Dorothy B. Hughes (1904 – 1993) ya abordó en 1947 la temática del asesino de mujeres que caminan solas por la noche urbana. Lo hizo en su novela En un lugar solitario  (In a Lonely Place), cuya traducción al castellano por Ramón de España acaba de publicar Gatopardo Ediciones.
La acción de En un lugar solitario se sitúa en Los Ángeles, justo al terminar la Segunda Guerra Mundial. Anda suelta en la metrópolis una bestia, un violador y estrangulador de mujeres jóvenes que regresan solas a sus casas en las primeras horas de la noche.
He aquí un fragmento de uno de los diálogos iniciales de la novela:


“—¿No tenéis ninguna pista? -preguntó Dix frunciendo el ceño.

—No tenemos gran cosa —reconoció Brub—. No hay pistas, nunca las hay; ni huellas dactilares ni huellas de zapatos. Dios, ¡nos conformaríamos con tan sólo una huella! —recuperó su tono monótono—. Hemos comprobado una y otra vez los movimientos de todos los agresores sexuales conocidos.

—¿Se trata de crímenes sexuales? —intervino Dix.

—En cierto modo —asintió Brub.

Sylvia emitió un leve gemido.”
Brub es el inspector de la Policía de Los Ángeles que investiga estos casos. Tiene miedo por Sylvia, lo tiene “porque era una mujer, porque era su mujer, y a las mujeres las acosaban de noche”.
1950-Movie-In-A-Lonely-Place
Más adelante, Maude, un personaje secundario femenino, expresa su convicción de que el asesino puede ser cualquiera de los varones que habitan Los Ángeles: “¿Cómo se supone que lo vamos a reconocer? Podría ser cualquiera. Yo le digo a Cary que igual es el tendero o el conductor del autobús o uno de esos espantosos atletas de playa. No lo sabemos. Ni la Policía lo sabe”. Brub, el inspector, no la desmiente: “Lo más probable es que se comporte como un ciudadano cualquiera. Y que acuda a su trabajo como todos nosotros. Es alguien que parece normal, que actúa con normalidad hasta que le entra el ansia de matar.”
El lobo solitario que caza brutalmente mujeres es una modalidad criminal muy de Los Ángeles. La novela de Hughes anticipó lo que luego serían los casos de La Dalia Negra, el del asesinato de la madre de James Ellroy y tantos otros cuyos autores quedaron impunes para siempre.  En la España actual tenemos lobos solitarios como el asesino de Diana Quer y también manadas como la de las fiestas de San Fermín de 2016. Escoria individual o grupal.
El asesino de En un lugar solitario odia, desea y teme a las mujeres. Como todos los de su especie. Este es uno de sus rebuznos: “No había ninguna chica por la que valiera la pena atormentarse. Todas eran iguales: infieles, mentirosas, putas. Hasta las que parecían más piadosas estaban a la espera de una oportunidad para traicionar, mentir y zorrear. Lo había comprobado una y otra vez. No había ni una mujer decente entre ellas; solo una y estaba muerta. Brucie estaba muerta”. Un clásico de esta gentuza.
Dorothy B. Hughes debutó en la escritura como periodista, fue autora entre 1940 y 1963 de una quincena de novelas negras y también ejerció de crítica de literatura policíaca para The Albuquerque Tribune. La tengo por una gran dama del período clásico de la novela negra estadounidense, una precursora de Patricia Highsmith. El personaje Dix Steele de En un lugar solitario anticipa el de Ripley: un frívolo y mentiroso compulsivo que se desenvuelve en un ambiente de clase alta tan ociosa como pija. Y la pluma de Hughes, como la de Highsmith, es ligera, fluida y elegante.
En 1950, tres años después de la publicación de En un lugar solitarioNicholas Ray dirigió una película inspirada en esta novela e interpretada por Humphrey Bogart y Gloria Grahame. Ahora, ya entrado el siglo XXI, es esta una historia que lamentablemente sigue de actualidad.  Aunque haya descerebrados que pretendan negarlo, la violencia machista continúa aterrorizando a las mujeres y poblando de espanto los informativos.
CRONICA NEGRA

sábado, 30 de mayo de 2020

Dorothy B. Hughes / Crímenes en la niebla



Humphrey Bogart y Gloria Grahame en la adaptación cinematográfica de 'En un lugar solitario' (Nicholas Ray, 1950)

Dorothy B. Hughes: crímenes en la niebla

'En un lugar solitario' tiene un plus frente a otros clásicos de la novela negra: combina un sentido elegante y melódico de la narrativa con la inclusión sin pamplinas, desinhibida, de muy quemantes fogonazos

Queen of noir / The mysteries of Dorothy B. Hughes


Manuel Hidalgo
3 de abril de 2020

Recordemos, muy someramente, que la novela negra norteamericana vivió su esplendor como género popular, con el apoyo del cine, entre los años 30 y 40 del pasado siglo. Sus cultivadores principales fueron, como en tantos campos de la creación, varones –Hammett, Burnett, Cain, McCoy, Chandler, Thompson…-, si bien varias mujeres alcanzaron -bastante antes que Patricia Highsmith– sobresaliente éxito y relieve: Vera CasparyMargaret Millar, Marty Holland o Elisabeth Sanxay Holding, esta última recuperada en España hace años por Lumen.
Zenda recomienda: En un lugar solitario, de Dorothy B. Hughes - ZendaEntre ellas, sin hacer jerarquías, destacó Dorothy B. Hughes (1904-1993) -muy olvidada por los editores españoles-, universitaria y periodista, autora de doce novelas, tres de ellas llevadas al cine. Nicholas Ray hizo en 1950, con su todavía esposa, Gloria Grahame, y con Humphrey Bogart -y para Santana Productions, productora del actor-, una muy libre -libérrima- versión de En un lugar solitario, todo un clásico, adaptación de la novela homónima de Hughes, aparecida tres años antes.

'En un lugar solitario', de Dorothy B. Hughes / Pionera visita a la mente del asesino




Gloria Grahame y Humphrey Bogart, en un fotograma de la adaptación cinematográfica de ’En un lugar solitario’, dirigida por Nicholas Ray.

Crítica de 'En un lugar solitario': pionera visita a la mente del asesino

Dorothy B. Hughes rompió con todos los estereotipos de género y le dio voz a un asesino en serie en 1947



Queen of noir / The mysteries of Dorothy B. Hughes

Marta Marne

4 de enero de 2020

1929 está considerado como el pistoletazo de salida del género negro con la publicación de ‘Cosecha Roja’ de Dashiell Hammett. Pero no fue hasta los años 40 cuando se consolidó, en parte debido al éxito de las adaptaciones a la gran pantalla de un buen puñado de obras de ficción. Ese fue el caso de ‘En un lugar solitario’ de Dorothy B. Hughes, que alcanzó la fama gracias a la adaptación de Nicholas Ray de 1950 con Humphrey Bogart y Gloria Grahame. Una película brillante que poco tiene que ver con la historia original de Hughes.

Cuatro autoras clásicas de novela negra que no deberían perderse

Muere P. D. James, la reina de la novela negra inglesa - Republica.com
P.D. James

Cuatro autoras clásicas de novela negra que no deberían perderse

Traemos cuatro libros que están en las librerías, de cuatro buenas escritoras, dos novelas y dos conjuntos de relatos, una manera ideal de zambullirse en sus crímenes y misterios

JUAN CARLOS GALINDO
28 MAY 2020 - 03:08 COT



Gene Tierney en 'Laura' de Otto Preminger (1944).
Gene Tierney en 'Laura' de Otto Preminger (1944).

El mercado editorial vive una continua reedición de clásicos que en el género que nos concierne incluye también recopilaciones, algún inédito, versiones más elegantes (la de Navona de La piedra lunar el clásico de Willkie Collins, sin ir más lejos)y una apuesta por autores que han pasado desapercibidos de manera injusta. Hoy traemos cuatro mujeres que han vivido una suerte dispar entre los lectores españoles, pero que nunca han disfrutado del éxito que merecen. Dos novelas inmensas y dos recopilaciones de relatos forman la selección. Todas se pueden encontrar en las librerías, así que elijan la que les pille más cerca y si pueden, vayan. Mientras, pasen y lean.
L.B. confidential: RELECTURA: «LAURA». (Vera Caspary)
Laura, Vera Caspary (Alianza, traducción de Pilar de Vicente). Laura, Laura, Laura. La fascinación que genera un personaje creado a principios de la década de los cuarenta del siglo pasado y que da veinte vueltas a muchos de las figuras femeninas de la ficción de hoy es inagotable. El argumento es de sobra conocido (quién y por qué han matado a Laura), así que centrémonos en las virtudes. Laura está muerta, cero destripes aquí, por lo que la vemos en los ojos de quienes la conocieron: esencialmente el insoportable Waldo Lydecker (su padrino en su camino de ascenso profesional y social) y Mark McPherson, el policía escocés rudo y letraherido, hecho a sí mismo, enganchado sin remedio a la figura de Laura. La conversación entre los dos al inicio del libro es magnífica, preludio de lo que nos espera en un libro que mezcla con habilidad distintos géneros y voces. Cuando el que habla es Shelby, el hombre amado por Laura, uno no entiende qué ha visto en ese pijo venido a menos, ese vago pretencioso, y eso no hace sino engrandecer el personaje. Hay un par de cosas que no se pueden contar y que si acceden por primera vez a esta ficción, si todavía no la han leído o no han visto el extraordinario filme de Otto Preminger, van a disfrutar a tope. Quienes sí lo hayan hecho, estarán esbozando ahora una sonrisa. Saben de qué hablo. Literatura de la buena.






Gloria Grahame y Humphrey Bogart en 'Un lugar solitario', de Nicolas Ray (1950).
Gloria Grahame y Humphrey Bogart en 'Un lugar solitario', de Nicolas Ray (1950).
Zenda recomienda: En un lugar solitario, de Dorothy B. Hughes - Zenda
En un lugar solitario, Dorothy B. Hugues (Gatopardo, traducción de Ramón de España). Es elogiable el gusto con el que esta editorial selecciona las pequeñas joyas que va recuperando para el lector en español. En este caso, un clásico mayúsculo. Los Ángeles, finales de los años cuarenta. Dos jóvenes con distintas aspiraciones en la vida se reencuentran tras haber combatido juntos en la II Guerra Mundial. Brub es policía, un tipo ordenado con una vida ordenada entregada a su mujer, Sylvia, y a perseguir al mal. Dix es un joven disoluto y es el mal. Un tipo aburrido que mata mujeres y decide acercarse a su amigo para recrearse. Escrita en 1947, en una época gloriosa de la novela negra, En un lugar solitario es una aproximación a la mente criminal poco vista hasta entonces, mucho más moderna y compleja que el 90% de los psicópatas que pueblan el género hoy. Pero el libro tiene, además, dos personajes femeninos excelsos y un final que proyecta la novela 80 años hacia delante. La autora se casó en 1932 y estuvo ocho años sin publicar nada. Más tarde aseguró que las obligaciones familiares le robaron la tranquilidad que necesitaba para escribir. Igual nos hemos perdido algún clásico más por el camino. Luego, si quieren, se pueden ver la película, dirigida por Nicolas Ray e interpretada por Humphrey Bogart y Gloria Grahame, ahí es nada, pero antes léanse este clásico. Imprescindible.
Ediciones Siruela




Una, o dos, de relatos

No duermas más, P.D. James (Siruela, traducción de Raquel García). Seis historias recogidas bajo el lema, la frase más bien, que aterrorizó a Macbeth, seis maldades la mayoría contadas en primera persona y con un esquema que funciona siempre: el narrador echa la vista atrás para recordar la historia y, sin nada escabroso o necesariamente violento pero con giros siempre acertados y divertidos para el lector, ofrecer una solución. El cumpleaños del señor Millcroft, por ejemplo, es una excelente muestra de la capacidad de James para crear personajes que son muy parecidos a nosotros, es decir, preparados para el rencor y las pequeñas maldades. La niña que adoraba los cementerios es de los pocos no escritos en primera persona y tiene algo inquietante, casi sucio, y uno de los mejores finales. En Una residencia muy deseable juega con eso de “cuidado con lo que deseas no vaya a hacerse realidad”. Pero el que mejor resume toda la capacidad de James para rematar un cuento con todas las piezas en su sitio es El asesinato de Papa Noel, en el que también utiliza esas referencias al género y a los escritores que tanto le gustan. Muy acertada selección, muy divertidos textos y, si no han leído a P.D. James, quizás la mejor manera de acercarse a la autora británica.
Una pizca de locura - RENDELL, RUTH: MENOSCUARTO EDICIONES ...
Una pizca de locura, Ruth Rendell (Menoscuarto ediciones, traducción de Susana Carral). Dice Sophie Hannah en el prólogo de esta edición: “En el universo de Rendell lo raro es absolutamente habitual. No existe un Nosotros(buenos) y un Ellos (malos). En su ficción no adecenta a   la gente. Comprende que la mayoría de la gente real es más rara de lo que la mayor parte de las novelas permite que sean sus protagonistas”. Además de las novelas que le llevaron a vender más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo, Rendell escribió siete libros de relatos. Los que aparecen en esta edición no fueron publicados nunca de esta manera. En ellos se ve el control que esta señora tenía sobre el género. Buena prueba de ello es el cuento que da título al libro, un relato en primera persona que va por un camino claro, en apariencia. Pero la autora se ha guardado una sorpresa ¡para la última línea! ¡y funciona! Eso es manejar los resortes. Hay mucho hombre matando, o intentándolo, o directamente fracasando, y mucha ironía sobre el oficio de escritor y el género que la convirtió en una escritora tan popular. Y, de regalo, un último relato sobre una familia que sabe que el mundo se ha acabado y se limitan a esperar que les llegue la hora. No es negro, pero en él Rendell vuelve a mostrar su capacidad para generar intranquilidad.