domingo, 3 de marzo de 2019

Willem Dafoe / “Solo soy un color en manos de los pintores”


Willem Dafoe

Willem Dafoe: “Solo soy un color en manos de los pintores”

El actor estadounidense recibe el Oso de Honor del festival como reconocimiento a una carrera versátil con más de cien películas de todo tipo y nacionalidad

Gregorio Belinchón
20 de febrero de 2018

Nadie habla de Willem Dafoe (Appleton, Wisconsin, 1955) en la industria del cine. Ni los técnicos, ni los directores, ni los periodistas. Pocas personas resultan tan amables y educadas como Dafoe en el showbusiness, y por eso su Oso de Honor por su carrera en la Berlinale ha sido tan aplaudido. Por eso, y porque efectivamente ha acumulado en su mochila más de cien películas de todo tipo y nacionalidad, rodando en cualquier parte del mundo a la búsqueda de ese algo especial que dice le motiva a la hora de seleccionar proyectos. Tres veces candidato al Oscar, la última este año gracias a The Florida Project (y tampoco parece que lo vaya a ganar a pesar de la inmensa calidad de su trabajo), en Berlín el actor, en una rueda de prensa en la que se ha permitido varias bromas, ha desmitificado su proceso de elección de proyectos, para acabar definiendo con meticulosidad su profesión: "No tengo agenda, y por eso no me importan si lo que me ofrecen son personajes protagonistas o secundarios. Yo solo soy la criatura, el animal o el sentimiento que alguien necesita para filmar su visión. Solo soy un color que necesita un pintor".
Sobre esta reflexión, el actor de Platoon, Arde Misisipi, La última tentación de Cristo, Posibilidad de escape (Light Sleeper), Anticristo, Corazón salvaje, La sombra del vampiro, Desenfocado, The Life Aquatic, Spider-Man o Pasolini (ahí queda eso) ha detallado más su proceso de elección de proyectos. "No lo hago por guiones, sino por la gente y por si voy a aprender en el proceso. Mis decisiones dependen más de los directores. Y como una persona normal, con una vida diaria vulgar, me atraen localizaciones exóticas para aparecer en historias muy diferentes. De verdad, al final mi personaje es lo último en lo que pienso". Por eso ahondó en cómo encara una filmación: "Solo creo en la colaboración en mis relaciones con los directores. Estamos construyendo algo juntos y yo ayudo en la realización de la visión de otra persona, no de la mía. Así estás abierto a la sorpresa y a la magia, algo que no ocurre cuando estás solo interpretando".
El ciclo que la Berlinale dedica a su carrera ha sido elegido por el mismo Dafoe, y entre las películas está una muy conocida en España y nunca estrenada en Alemania: El último cazador (2011): "Es un buen ejemplo de lo que busco. Rodamos en Tasmania y el director tiró el estilo tradicional de narración por la ventana. Yo me adapté a la naturaleza que me rodeaba". También habló maravillas de The Florida Project: "Si no la han visto, vayan, es muy especial". Sobre su carrera contó que suele ver sus películas antes de su promoción "para saber de qué hablo cuando hago entrevistas". Luego ya no las revisa... "Aunque no estoy loco y si echan una por la tele la veo, no empiezo a gritar: '¡Apaga la tele! ¡Apaga la tele!". Tampoco quiso elegir sus trabajos favoritos ("No me gusta decidir a cuál quieres más. Yo no comparo porque me deprimiría. Como actor no es mi trabajo comparar, sino luchar por no repetirme, y mantenerme en constante avance"), ni revisar decisiones que tomara en el pasado: "No puedes pararte a pensar por qué rechazaste una película años más tarde. Porque nunca sabes que saldrá bien o mal, y porque hay que tener claras las circunstancias en las que tomaste la decisión". Pero no le ha ido mal: "Nunca esperé nada de Hollywood. Cuando empecé yo solo deseaba ser un actor de teatro, no me planteaba nada acerca del cine".







En lo que sí se autoconfesó como de la vieja escuela fue en su visión de la tecnología y la televisión. "Aún encuentro muchas oportunidades en el cine como para pensar en filmar televisión. Y la pequeña pantalla casi nunca ha alcanzado el poder poético o narrativo de las películas". Tampoco apostó por la interactividad que puede lograrse con las pantallas táctiles: "Bueno, he hecho hasta un videojuego, pero no tengo una opinión clara sobre... En fin, prefiero las salas en las que se apaga la luz y hay una proyección". En cambió, sí confesó haber vivido un gran cambio en la historia del cine: "Ha sido enorme. Si fuera escritor escribiría un libro. Hoy hacer cine es más democrático, porque es más fácil y sencillo, pero la distribución es cada vez más difícil por su fragmentación. Perdónenme que no vaya más allá porque no tengo suficiente inteligencia como para aportar un mensaje más clarividente".
¿Qué le espera en el futuro? "La construcción de personajes en teatro o en cine sigue siendo un misterio para mí, así que por eso sigo en ello. Solo quiero ser útil. Mi ambición es que mi carrera sea una larga cinta con muchos momentos de 'estuve allí'. Poco más, desaparecer en los personajes. Con la edad, ganas en oportunidades. He logrado ir plantando semillas muy diversas como para que me llegan propuestas de distintas culturales". Bromeó sobre su edad, cambiando el tono de voz a uno más grave para discutir que fuera viejo, apostó por seguir con directores apasionados (a la pregunta de una periodista danesa definió así a Lars von Trier, además de calificarle de "comprometido con su trabajo, con su visión y una persona muy amable y educada") y recordó algún anuncio que ha protagonizado. "Sí, en uno encarné a Marilyn. Fue muy divertido, pagaron bien y fue corto. Lo disfruté. Recuerdo otro dirigido por Emmanuel Lubezki para Jim Beam en la que encarnaba a muchos personajes. No es lo mío, aunque si me divierto...".

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