domingo, 17 de marzo de 2019

Joan Didion / Río revuelto / Reseña de Laura Fernández


Joan Didion

BIOGRAFÍA 

Morir en California

La primera novela de Joan Didion es un brutal y asfixiante clásico que nunca se ha tenido como tal


Laura Fernández
14 de mayo de 2018

De ejercicio nostálgico calificó en su momento (1963), en realidad, una década más tarde, Joan Didion esta, su primera novela, la historia de un matrimonio malogrado, la historia, en realidad, de dos mujeres atrapadas en su propia condición de mujer en un tiempo —el que va de 1938 a 1959— en el que ser mujer consistía en convivir con una monstruosa desorientación existencial, provocada por una absurda dependencia del hombre, que, en la mayor parte de los casos, era más un niño poderosamente malcriado que otra cosa.
Pensemos en la víctima y el verdugo de esta historia, Ryder Channing, el tipo que primero vuelve loca a Martha (McClellan), tataranieta de una familia de pioneros californianos —la novela es también un fascinantemente cruel y despiadado y a ratos pretendidamente idílico retrato de época y, sobre todo, lugar: el mito de una California rural que, en palabras de la propia Didion, “nunca ha existido”—, y luego a su cuñada, Lily —personaje tan inolvidable, por desesperanzadoramente malherido, como el de la Maria de Según venga el juego—, por el mero placer de divertirse. Pero de todo eso nada sabemos cuando oímos el disparo. Es Lily quien lo oye, en la primera línea de la novela. Y parece despreocupada. También desorientada. Lily no sabe lo que hace ni por qué lo hace, y, a ratos, lo sabe exactamente. Lily no puede soportar que Everett esté lejos, y a veces lo está, y cuando eso ocurre, Lily pasa el rato con otros tipos, y hace la clase de cosas que te obligan a ir a San Francisco a deshacerte de algo que no esperabas y que no quieres.
Narra, Didion, bajo el agua, sin subir a por aire, o haciéndolo a cada rato, mediante digresiones que construyen historias dentro de historias, dolorosas y carverianas escenas entre hombres y mujeres condenados a no entenderse, y hay música (narrativa) y tristeza, una tristeza y una soledad infinitas, en la odisea de Martha y en la odisea de Lily, mujeres que están siendo utilizadas por los hombres que las rodean y que ejercen la única libertad de que disponen en un mundo demasiado pequeño. Un brutal y asfixiante, un demoledor, clásico, que nunca se ha tenido como tal, quién sabe por qué.

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